Texto y Fotos Israe Hernández Planas
Santiago de Cuba, 19 feb.— Amanece en la ciudad. Miles de vehículos comienzan su viaje en una urbe de más de medio millón de habitantes. Algunos llegarán rápido a su destino. Otros, la gran mayoría, deberán bregar con la tediosa espera, la incertidumbre, y las incomodidades de medios rediseñados para poder transportar a las personas.
Santiago de Cuba, 19 feb.— Amanece en la ciudad. Miles de vehículos comienzan su viaje en una urbe de más de medio millón de habitantes. Algunos llegarán rápido a su destino. Otros, la gran mayoría, deberán bregar con la tediosa espera, la incertidumbre, y las incomodidades de medios rediseñados para poder transportar a las personas.
Fue con el periodo especial que la
escasez de piezas y de vehículos menguó el parque automotor para la
transportación pública en las ciudades cubanas. Entonces por decisión
del Estado surgió un nuevo cuerpo de inspectores con el objetivo de
organizar el embarque y transportación del personal: el conocido
Amarillo.
Se les ve en varios puntos de la ciudad en las horas de mayor desplazamiento. La mayoría de los inspectores populares asentados en los puntos de transportación masiva ejercen su trabajo de forma común y apegados a los procedimientos. La otra cara de la moneda son los conductores de vehículos pertenecientes al sector estatal. Es una historia tan reiterada como días tiene el año. Muchos paran y cumplen con el deber cívico de ayudar al prójimo a transportarse en un carro que no es propiedad de los choferes.
Pero están los otros, esos que confunden sentido de pertenencia con autoritarismo. Hacen uso de un auto que sirve a una entidad del Estado, el mismo que dictó una medida con sentido humanista para contribuir a la mejoría del transporte público. Para ellos y sus directivos va una vez más el llamado de atención.
Lo establece bien claro la Resolución 435 del 2002 firmada por el Ministro de Transporte. La misma dictamina la OBLIGATORIEDAD de los conductores de vehículos estatales de detenerse en los Puntos de Transportación Masiva y transportar pasajeros cuando circulan con capacidades no ocupadas.
Sin dudas los nuevos vehículos como los taxis bus y los micro buses ruteros han contribuido al alivio de la transportación masiva en esta ciudad superpoblada. Pero los Puntos de Transportación son excelentes opciones para rutas no preestablecidas.
De ahí la necesidad de elevar el sentido de solidaridad y la precepción de utilidad que tiene cada auto que para en estos sitios.
Aseguran los inspectores populares que siempre hay conductores insensibles, pero que estos no son mayoría. Afirman incluso que existen choferes de carros privados que se acercan hasta el punto a brindar una ayuda, aunque no sea una escena habitual.
El problema está en aquellos del sector estatal que simplemente no paran teniendo lugar para llevar a alguien. A dichos conductores y directivos sólo le resta recordar que hoy se desplazan cómodos y rápidos hacia su destino, pero la relatividad del desempeño social pudiera ponerlos mañana a esperar en un punto de estos. Habría que imaginar entonces qué dirían de los conductores insensibles.
Se les ve en varios puntos de la ciudad en las horas de mayor desplazamiento. La mayoría de los inspectores populares asentados en los puntos de transportación masiva ejercen su trabajo de forma común y apegados a los procedimientos. La otra cara de la moneda son los conductores de vehículos pertenecientes al sector estatal. Es una historia tan reiterada como días tiene el año. Muchos paran y cumplen con el deber cívico de ayudar al prójimo a transportarse en un carro que no es propiedad de los choferes.
Pero están los otros, esos que confunden sentido de pertenencia con autoritarismo. Hacen uso de un auto que sirve a una entidad del Estado, el mismo que dictó una medida con sentido humanista para contribuir a la mejoría del transporte público. Para ellos y sus directivos va una vez más el llamado de atención.
Lo establece bien claro la Resolución 435 del 2002 firmada por el Ministro de Transporte. La misma dictamina la OBLIGATORIEDAD de los conductores de vehículos estatales de detenerse en los Puntos de Transportación Masiva y transportar pasajeros cuando circulan con capacidades no ocupadas.
Sin dudas los nuevos vehículos como los taxis bus y los micro buses ruteros han contribuido al alivio de la transportación masiva en esta ciudad superpoblada. Pero los Puntos de Transportación son excelentes opciones para rutas no preestablecidas.
De ahí la necesidad de elevar el sentido de solidaridad y la precepción de utilidad que tiene cada auto que para en estos sitios.
Aseguran los inspectores populares que siempre hay conductores insensibles, pero que estos no son mayoría. Afirman incluso que existen choferes de carros privados que se acercan hasta el punto a brindar una ayuda, aunque no sea una escena habitual.
El problema está en aquellos del sector estatal que simplemente no paran teniendo lugar para llevar a alguien. A dichos conductores y directivos sólo le resta recordar que hoy se desplazan cómodos y rápidos hacia su destino, pero la relatividad del desempeño social pudiera ponerlos mañana a esperar en un punto de estos. Habría que imaginar entonces qué dirían de los conductores insensibles.
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