Plaza de la revolución

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jueves, 12 de febrero de 2015

Combinación de amor y humanismo


Combinación de amor y humanismo Por Bárbara Aroche Cuadro

Santiago de Cuba 12 de feb.— Cuando se piensa escribir sobre ese rey de los sentimientos humanos que es el amor, porque se acerca el día de su celebración y somos conscientes de que encontraremos trabajos dirigidos desde todo tipo de medio de prensa, con propuestas muy interesantes y alentadoras relacionadas con él, se hace realmente difícil ser original y es precisamente ese el reto de este trabajo.

El tratamiento dado al amor, he observado que en la mayoría de los trabajos conocidos giran en torno al amor de la pareja que tiene varios destinatarios finales el placer, procrear una familia, recibir amor, dar amor, compartir amor, robar amor, prestar amor, almacenar amor, amor de aventura, etc. Otros prefieren hablar del amor al trabajo, al estudio, al amigo sincero, o incluso hasta el amor por lo desconocido.

Creo que es necesario ante todo para esta ocasión asumir con mucho respeto el tema para que sea original, pues en toda obra humana en una u otra forma está presente el amor y quiero hacerlo desde un enfoque que tal vez y por subjetivo que parezca considero que ha sido tratado pero, que debe seguirse profundizando, me refiero a la relación amor y humanismo.

Como se sabe cuando se siente de verdad la necesidad por escribir sobre algo y tenemos nuestras experiencias sobre el porque sentimos el amor como cualquier otro ser humano, debemos ser neutrales y  tratar con justeza cada juicio que emitimos, ya que sin que nos demos cuenta podemos correr el riesgo de ir hacia un extremo cuando se intenta reflejar solo lo bueno del amor, perdiendo así la bella oportunidad de decir lo que dicen otros pero de una forma nueva.

Al hacer referencia en esta ocasión a una de las tantas combinaciones en que se puede presentar el tema de este sentimiento como lo es el humanismo y el amor, sin llegar a reflejarlo solo lo culto, para no herir a nadie o centrarnos en demasía en la pasión, se debe recurrir a personajes cuya obra tiene ante todo la capacidad de ser exhaustiva y por consiguiente nos permite fundamentar lo que queremos de manera insólita, pero sin vulgaridades.

Si se desea ser original,  tal vez rara, debo confesar que lo he pensado, pues deseo de verdad contribuir a estimular ese sentimiento que es recordado con más énfasis los días 14 de febrero de cada año pero, que no nos es ajeno para nada en el día a día,  pese a lo bien o malo que le estemos pasando, porque también el amor tiene ese don de cumplirse todo el tiempo de la vida.

Debo esclarecer que cuando hablamos de amor y humanismo lo hacemos con la intención de dar respeto a ambos conceptos por igual, sin llegar al extremo de considerar al respeto como el acatamiento, la obediencia o la sumisión ciega que es desde mi punto de vista estéril, en asuntos de la relación amor y humanismo.

Considero al poeta nacional José Julián Martí Pérez, un paradigma en el tratamiento de esta combinación de amor y humanismo de toda obra humana, y en su obra encontramos un tratamiento ejemplar a cada una de sus improntas literarias, así por ejemplo, su epistolario constituye una fuente directa de aprendizaje, también es posible ilustrarse sobre esta relación en su obra poética que es genial, y por que no hasta en su incuestionable liderazgo militar, demostrado en el respeto a sus compañeros como al adversario.

Una situación que puede ayudarnos a exponer mejor que mil palabras este enfoque curioso de la relación que estamos tratando te gustaría que a tu madre si eres hombre, se le acercara alguien con la capacidad de seducción y una muy mala intención, seguro dirás que no.

Por el contrario si eres mujer no te gustaría que tu padre aceptase una relación con alguien que se ve por encima de la ropa que solo lo tiene por su dinero, ya que se sabe que no es físicamente atractivo como para saberlo un príncipe azul.

Entonces seamos en este día del amor, más humanos con el prójimo que nada nos cuesta y para serlo nada mejor que respetar con todo el sentido de esta frase el afecto que recibimos donde quiera que nos encontremos, gracias a San Valentín por existir en cada uno de nosotros y por flecharnos en la combinación amor y humanismo.

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