Por Armando Fernández Martí Santiago de Cuba 12 ene.— El 20 de octubre de 1868, diez días después del alzamiento armado de La Demajagua, Carlos Manuel de Céspedes con sus tropas arrojaban a los españoles de Bayamo y tomaban la ciudad, a los acordes de la marcha compuesta por Perucho Figueredo y que devino en nuestro Himno Nacional.
De esa forma, Bayamo se convertía en la
capital de la Revolución y en la única ciudad cubana enteramente libre,
con un gobierno civil propio encabezado por los patriotas
independentistas.
Durante 82 días, casi tres meses, los españoles intentaron en varias ocasiones retomar la ciudad, pero siempre fueron rechazados con valentía por los revolucionarios, apoyados por los propios pobladores de la Villa, que no querían perder su libertad.
Bayamo era entonces un importante centro económico y cultural de la Isla y por tanto, para los españoles resultaba casi imprescindible volver a ejercer su dominio de esa ciudad, cuyos habitantes habían desafiado el poderío colonial.
En los primeros días de enero de 1869, procedentes de La Habana, llegaron a las cercanías de Bayamo cuatro mil soldados colonialistas bien armados al mando del Conde Balmaseda, los que lograron por superioridad en fuerzas y armas, derrotar a los independentistas en las márgenes del Río Salado, dejando libre el acceso a la ciudad.
Enterados los bayameses de ese desastre y ante la posibilidad de la recuperación de la ciudad por los españoles, sus habitantes tomaron la decisión de incendiarla de un extremo a otro, lo que hicieron en la madrugada del 12 de enero de MIL 869, en uno de los gestos más patrióticos y altruistas de nuestra historia.
Todo Bayamo ardió ese día, y otra vez pareció que la marcha de Perucho Figueredo llamaba al combate a los bayameses por la gloria y el orgullo de la Patria. Días después, al llegar los españoles sólo encontraron ruinas y cenizas, porque en eso quedó convertida la ciudad.
El de los bayameses aquel 12 de enero de 1869, hace hoy 146 años, es un digno ejemplo que los cubanos de hoy y la Patria contemplamos orgullosos.
Durante 82 días, casi tres meses, los españoles intentaron en varias ocasiones retomar la ciudad, pero siempre fueron rechazados con valentía por los revolucionarios, apoyados por los propios pobladores de la Villa, que no querían perder su libertad.
Bayamo era entonces un importante centro económico y cultural de la Isla y por tanto, para los españoles resultaba casi imprescindible volver a ejercer su dominio de esa ciudad, cuyos habitantes habían desafiado el poderío colonial.
En los primeros días de enero de 1869, procedentes de La Habana, llegaron a las cercanías de Bayamo cuatro mil soldados colonialistas bien armados al mando del Conde Balmaseda, los que lograron por superioridad en fuerzas y armas, derrotar a los independentistas en las márgenes del Río Salado, dejando libre el acceso a la ciudad.
Enterados los bayameses de ese desastre y ante la posibilidad de la recuperación de la ciudad por los españoles, sus habitantes tomaron la decisión de incendiarla de un extremo a otro, lo que hicieron en la madrugada del 12 de enero de MIL 869, en uno de los gestos más patrióticos y altruistas de nuestra historia.
Todo Bayamo ardió ese día, y otra vez pareció que la marcha de Perucho Figueredo llamaba al combate a los bayameses por la gloria y el orgullo de la Patria. Días después, al llegar los españoles sólo encontraron ruinas y cenizas, porque en eso quedó convertida la ciudad.
El de los bayameses aquel 12 de enero de 1869, hace hoy 146 años, es un digno ejemplo que los cubanos de hoy y la Patria contemplamos orgullosos.
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