Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 30 ene.— No hubo una situación más difícil para el Ejército Rebelde después de asentados a fines de 1957 en el firme de la Sierra Maestra, que el bombardeo a que fue sometido el campamento de esa fuerza en Loma de Caracas, hace 58 años, donde el grupo guerrillero se había establecido tras sus dos primeros combates victoriosos, en Río La Plata y Llanos del Infierno.
Santiago de Cuba, 30 ene.— No hubo una situación más difícil para el Ejército Rebelde después de asentados a fines de 1957 en el firme de la Sierra Maestra, que el bombardeo a que fue sometido el campamento de esa fuerza en Loma de Caracas, hace 58 años, donde el grupo guerrillero se había establecido tras sus dos primeros combates victoriosos, en Río La Plata y Llanos del Infierno.
En la mañana del 30 de enero todo
transcurría normalmente en dicho lugar cuando varios aviones del
ejército batistiano sobrevolaron la zona y con precisión milimétrica
bombardearon y ametrallaron el lugar, destruyendo la cocina y otras
instalaciones del refugio rebelde obligando a los guerrilleros, unos 30
hombres, a dispersarse por diferentes vías para poder salvarse del
ataque.
Fue ese un momento duro para el naciente Ejército Rebelde, que pudo haber significado su aniquilamiento, debido a la traición del guía principal del destacamento, Eutimio Guerra, que fuera apresado por el Ejército de Batista, y se le perdonara la vida a cambio de que asesinara al Comandante en Jefe Fidel Castro y contribuyera a la eliminación del núcleo guerrillero.
Eutimio fue el guía de la guerrilla casi desde los primeros momentos que esta comenzó a operar en la Sierra Maestra, a finales del año 1956, y en ese sentido prestó valiosos servicios al grupo rebelde, pero el miedo a la muerte y el ofrecimiento de dinero y otros beneficios por parte del ejército del régimen dictatorial, pudieron más que el patriotismo y su lealtad a la Revolución.
Después del bombardeo y ametrallamiento a Loma de Caracas, el 30 de enero de 1957, la incertidumbre volvió a adueñarse de los combatientes guerrilleros dispersos en pequeños grupos por esa zona de la Sierra Maestra, hasta que en los primeros días de febrero volvieron a reunirse en el lugar conocido por la Cueva del Humo, previamente acordado para el reencuentro, tras un hecho como el sucedido.
Al volverse a reunir la mayoría de los 30 guerrilleros que se encontraban en la zona de Caracas, la guerrilla se vio aumentada en 10 hombres más que llegaron como refuerzo desde la ciudad de Manzanillo, enviados por Celia Sánchez Manduley, una destacada colaboradora del Ejército Rebelde, incluso desde los días difíciles del desembarco de los expedicionarios del yate Granma.
El guía devenido en traidor, Eutimio Guerra, permaneció todavía un tiempo más en la guerrilla, pero nunca pudo lograr el propósito que le había ordenado el ejército del tirano, de asesinar a Fidel. A finales de febrero de MIL 956, descubierta su traición, fue ejecutado tras realizársele un juicio moral.
Fue ese un momento duro para el naciente Ejército Rebelde, que pudo haber significado su aniquilamiento, debido a la traición del guía principal del destacamento, Eutimio Guerra, que fuera apresado por el Ejército de Batista, y se le perdonara la vida a cambio de que asesinara al Comandante en Jefe Fidel Castro y contribuyera a la eliminación del núcleo guerrillero.
Eutimio fue el guía de la guerrilla casi desde los primeros momentos que esta comenzó a operar en la Sierra Maestra, a finales del año 1956, y en ese sentido prestó valiosos servicios al grupo rebelde, pero el miedo a la muerte y el ofrecimiento de dinero y otros beneficios por parte del ejército del régimen dictatorial, pudieron más que el patriotismo y su lealtad a la Revolución.
Después del bombardeo y ametrallamiento a Loma de Caracas, el 30 de enero de 1957, la incertidumbre volvió a adueñarse de los combatientes guerrilleros dispersos en pequeños grupos por esa zona de la Sierra Maestra, hasta que en los primeros días de febrero volvieron a reunirse en el lugar conocido por la Cueva del Humo, previamente acordado para el reencuentro, tras un hecho como el sucedido.
Al volverse a reunir la mayoría de los 30 guerrilleros que se encontraban en la zona de Caracas, la guerrilla se vio aumentada en 10 hombres más que llegaron como refuerzo desde la ciudad de Manzanillo, enviados por Celia Sánchez Manduley, una destacada colaboradora del Ejército Rebelde, incluso desde los días difíciles del desembarco de los expedicionarios del yate Granma.
El guía devenido en traidor, Eutimio Guerra, permaneció todavía un tiempo más en la guerrilla, pero nunca pudo lograr el propósito que le había ordenado el ejército del tirano, de asesinar a Fidel. A finales de febrero de MIL 956, descubierta su traición, fue ejecutado tras realizársele un juicio moral.
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