Por Israel Hernández Planas
Santiago de Cuba 14 dic.— El 14 de diciembre de 1911 nació en Encrucijadas, antigua provincia de las Villas, Jesús Menéndez Larrondo, líder sindicalista de los azucareros de la Cuba republicana. Vino al mundo en casa de guano, y tablas de palmas, quizás como una profecía que anunciaba su profundo vínculo con los campos de Cuba, más allí donde hubiese caña. A este cultivo le conoció desde la raíz hasta sus dulces entrañas y a la defensa de cañeros dedicóu existencia porque poderosos terratenientes y magnates azucareros menguaban la dignidad del campesino común.
Santiago de Cuba 14 dic.— El 14 de diciembre de 1911 nació en Encrucijadas, antigua provincia de las Villas, Jesús Menéndez Larrondo, líder sindicalista de los azucareros de la Cuba republicana. Vino al mundo en casa de guano, y tablas de palmas, quizás como una profecía que anunciaba su profundo vínculo con los campos de Cuba, más allí donde hubiese caña. A este cultivo le conoció desde la raíz hasta sus dulces entrañas y a la defensa de cañeros dedicóu existencia porque poderosos terratenientes y magnates azucareros menguaban la dignidad del campesino común.
Por ello Jesús Menéndez Larrondo
trascendió en la vida política y económica de la Cuba del pasado siglo.
Fundador de la Central de Trabajadores de Cuba junto a Lázaro Peña y
organizador del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros, Menéndez
fue un luchador incansable en contra de los intereses capitalistas que
afectaban al sector. Su origen humilde no fue impedimento para que
Menéndez Larrondo llegara a Representante a la Cámara en 1940.
Los que ya peinan canas en esta ciudad recuerdan el último discurso de Jesús Menéndez pronunciado en Trocha y Carretera del Morro, a un costado de la actual pizzería El Gallito. En esa emblemática arteria santiaguera el líder azucarero habló en defensa del diferencial azucarero y se pronunció en contra de la rebaja de los salarios de los trabajadores cañeros. Al día siguiente partió hacia Manzanillo.
Su voz comprometida sólo con la justicia social y los derechos de los trabajadores le granjeó enemigos poderosos, esos que arrancaron su vida en la estación ferroviaria de manzanillo el 22 de enero de 1948 cuando el teniente Joaquín Casillas Lumpuy descargó su arma homicida sobre la espalda del líder sindicalista.
El legado del General de las Cañas, como le llamó Nicolás Guillén, perdura hoy donde quiera que hay un corte de cañas o en los centrales del país. Ya hoy no se lucha contra poderosos intereses y sólo ahora se disfruta la justicia laboral que tanto bregó en vida, Jesús Menéndez.
Los que ya peinan canas en esta ciudad recuerdan el último discurso de Jesús Menéndez pronunciado en Trocha y Carretera del Morro, a un costado de la actual pizzería El Gallito. En esa emblemática arteria santiaguera el líder azucarero habló en defensa del diferencial azucarero y se pronunció en contra de la rebaja de los salarios de los trabajadores cañeros. Al día siguiente partió hacia Manzanillo.
Su voz comprometida sólo con la justicia social y los derechos de los trabajadores le granjeó enemigos poderosos, esos que arrancaron su vida en la estación ferroviaria de manzanillo el 22 de enero de 1948 cuando el teniente Joaquín Casillas Lumpuy descargó su arma homicida sobre la espalda del líder sindicalista.
El legado del General de las Cañas, como le llamó Nicolás Guillén, perdura hoy donde quiera que hay un corte de cañas o en los centrales del país. Ya hoy no se lucha contra poderosos intereses y sólo ahora se disfruta la justicia laboral que tanto bregó en vida, Jesús Menéndez.
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