Por Brita Garcia Alberteris
Santiago de Cuba, 16 sep.— Concluida la primera Serie Nacional Sub 23 y definido su primer campeón Artemisa, vale realizar un acercamiento a sus interioridades. Primero que todo mantenerla es esencial para la salud de la pelota cubana. Partimos de un principio: desarrollar a las jóvenes figuras o darle juego, como decimos en el argot popular, forjará los cimientos de nuestro béisbol.
Santiago de Cuba, 16 sep.— Concluida la primera Serie Nacional Sub 23 y definido su primer campeón Artemisa, vale realizar un acercamiento a sus interioridades. Primero que todo mantenerla es esencial para la salud de la pelota cubana. Partimos de un principio: desarrollar a las jóvenes figuras o darle juego, como decimos en el argot popular, forjará los cimientos de nuestro béisbol.
El que debemos defender, a pesar de esta
etapa de escasos resultados en la arena internacional, y la competencia
de otras disciplinas que a nivel internacional construyen un
espectáculo millonario, bien concebido, mediático y con aceptación de
las masas.
En ese entorno gira nuestra pelota y la
Serie Sub 23 no ha navegado por las aguas del gusto general: estadios
vacíos, críticas reiteradas. Entonces merece la pena repensar este
campeonato luego de la primera experiencia. ¿Cómo hacerla más atractiva,
cuando la situación económica del país limita la confección de
uniformes más vistosos y una fase preliminar donde los equipos se pueden
medir con su similar de otras zonas? ¿Qué le falta a la Sub 23 como
espectáculo, cuando la televisión ha desempeñado su rol de crear spot,
menciones y trasmitir partidos en horarios estelares? Atletas, técnicos,
directivos, en fin, los protagonistas han planteado que los uniformes
deslucen la competición, vimos a Santiago de Cuba, Artemisa y Mayabeque
con los mismos colores en un juego, sólo diferenciados por el color de
los números en verde y la tela roja.
Todos coinciden, en segundo témino, en que las condiciones de hospedaje fueron las mejores, pero jugar más de ocho partidos con un mismo equipo y convivir un mes todos juntos conlleva al aburrimiento y se pierde interés. Conocemos todos sobre las condiciones económicas del país, pero una liga de desarrollo como esta existe en otros escenarios y es necesaria para nuestro béisbol.
Si bien es cierto que elevar la calidad deportiva de los atletas también llena los estadios, los territorios pueden sumar iniciativas para incentivar a las jóvenes promesas del béisbol. Este es un proyecto conjunto para que la segunda serie nacional Sub 23 esté a la altura de los que amamos nuestro deporte nacional.
Todos coinciden, en segundo témino, en que las condiciones de hospedaje fueron las mejores, pero jugar más de ocho partidos con un mismo equipo y convivir un mes todos juntos conlleva al aburrimiento y se pierde interés. Conocemos todos sobre las condiciones económicas del país, pero una liga de desarrollo como esta existe en otros escenarios y es necesaria para nuestro béisbol.
Si bien es cierto que elevar la calidad deportiva de los atletas también llena los estadios, los territorios pueden sumar iniciativas para incentivar a las jóvenes promesas del béisbol. Este es un proyecto conjunto para que la segunda serie nacional Sub 23 esté a la altura de los que amamos nuestro deporte nacional.
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