Por Kenia Tabares Robles/Foto de internet
El trabajo investigativo y socializador de las cuatro
Cátedras Universitarias que existen aquí, dedicadas al estudio de
género, mujer, familia y sociedad es meritorio. Su huella va más allá de
los métodos cualitativos y cuantitativos de los hechos, puesto que en
el terreno se evidencia su quehacer a través de charlas, seminarios,
talleres y eventos de alto rigor científico en los cuales exponen sus
experiencias en sociedad.
La Dra. Ileana Benítez Jiménez forma parte de ese grupo de avanzada, que integra historiadores, psicólogos, filósofos y sociólogos, entre otras ramas del saber.
La Dra. Ileana Benítez Jiménez forma parte de ese grupo de avanzada, que integra historiadores, psicólogos, filósofos y sociólogos, entre otras ramas del saber.
Recientemente, la investigadora presentó
un adelanto de sus últimos estudios, dedicados al comportamiento
reproductivo de la familia cubana, específicamente el caso de Santiago
de Cuba, teniendo en cuenta bases estadísticas relacionadas con la
disminución del número de hijos.
Entre las principales causas, Benítez Jiménez destaca que están las políticas sociales de incorporación de la mujer al trabajo, servicios de salud reproductiva, educación sexual, acceso a métodos anticonceptivos, la legalización del aborto en condiciones de salud, y por último las condiciones materiales de vida.
De acuerdo con resultados de una encuesta realizada a 58 santiagueras que tienen hijos, 27 resultaron ser casadas, 20 solteras, cuatro están en unión consensual, cuatro divorciadas y tres viudas. De modo que análisis deriva que, no podemos afirmar que los altos niveles de consensualidad resultan determinantes en la decisión de tener hijos, ni que la fecundidad tiene un comportamiento diferencial a partir del estado civil.
Según la especialista, las condicionantes más expuestas por los féminas están asociadas a las condiciones materiales de vida, esencialmente a los problemas de viviendas, el costo de las canastillas, y dificultades económicas.
La investigación también arrojó que existe en nuestra población conocimiento de los métodos anticonceptivos; sin embargo, su uso y la planificación de tener hijos no están en correspondencia. Por lo general, la mujer recurre al aborto después de haber llegado a un embarazo no deseado. Por ejemplo, según sus bases estadísticas en el 2011, 18 madres menores de quince años dieron a luz. De los Ocho grupos hetáreos analizados, en todos, al menos una mujer se había realizado un aborto. Y sobresale que de las cuatro féminas entrevistadas entre 50-54 años, solo una utilizó este método. Sin embargo, entre los 15 y 34 años de edad, en cada período sobresale, que más del 45 por ciento de las encuestadas ha utilizado el aborto como un método anticonceptivo.
Es decir, que la tendencia general es a la disminución del número de hijos bajo la influencia, fundamentalmente, del uso del aborto y de anticonceptivos motivados por factores sociales y culturales que recaen en las condiciones materiales de vida, y en ideales reproductivos típicos de contextos de mayor desarrollo socioeconómico.
Estas últimas afirmaciones la doctora las sustenta en que hoy las mujeres por lo general desean tener un solo hijo. Válido entonces el quehacer investigativo de las cátedras universitarias para trazar políticas sociales que satisfagan las expectativas reproductivas de la mujer, desde todos sus ámbitos porque este fenómeno social tiene múltiples aristas que repercuten en lo inmediato en el alto nivel de envejecimiento que tiene hoy la población cubana.
Entre las principales causas, Benítez Jiménez destaca que están las políticas sociales de incorporación de la mujer al trabajo, servicios de salud reproductiva, educación sexual, acceso a métodos anticonceptivos, la legalización del aborto en condiciones de salud, y por último las condiciones materiales de vida.
De acuerdo con resultados de una encuesta realizada a 58 santiagueras que tienen hijos, 27 resultaron ser casadas, 20 solteras, cuatro están en unión consensual, cuatro divorciadas y tres viudas. De modo que análisis deriva que, no podemos afirmar que los altos niveles de consensualidad resultan determinantes en la decisión de tener hijos, ni que la fecundidad tiene un comportamiento diferencial a partir del estado civil.
Según la especialista, las condicionantes más expuestas por los féminas están asociadas a las condiciones materiales de vida, esencialmente a los problemas de viviendas, el costo de las canastillas, y dificultades económicas.
La investigación también arrojó que existe en nuestra población conocimiento de los métodos anticonceptivos; sin embargo, su uso y la planificación de tener hijos no están en correspondencia. Por lo general, la mujer recurre al aborto después de haber llegado a un embarazo no deseado. Por ejemplo, según sus bases estadísticas en el 2011, 18 madres menores de quince años dieron a luz. De los Ocho grupos hetáreos analizados, en todos, al menos una mujer se había realizado un aborto. Y sobresale que de las cuatro féminas entrevistadas entre 50-54 años, solo una utilizó este método. Sin embargo, entre los 15 y 34 años de edad, en cada período sobresale, que más del 45 por ciento de las encuestadas ha utilizado el aborto como un método anticonceptivo.
Es decir, que la tendencia general es a la disminución del número de hijos bajo la influencia, fundamentalmente, del uso del aborto y de anticonceptivos motivados por factores sociales y culturales que recaen en las condiciones materiales de vida, y en ideales reproductivos típicos de contextos de mayor desarrollo socioeconómico.
Estas últimas afirmaciones la doctora las sustenta en que hoy las mujeres por lo general desean tener un solo hijo. Válido entonces el quehacer investigativo de las cátedras universitarias para trazar políticas sociales que satisfagan las expectativas reproductivas de la mujer, desde todos sus ámbitos porque este fenómeno social tiene múltiples aristas que repercuten en lo inmediato en el alto nivel de envejecimiento que tiene hoy la población cubana.
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