Plaza de la revolución

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martes, 4 de diciembre de 2012

La proeza de los forestales de Gran Piedra-Baconao

 Autor : Eduardo Palomares Calderón

Una verdadera hazaña asumen 200 hombres de la Empresa Forestal Integral Gran Piedra-Baconao, de Santiago de Cuba, empeñados en la extracción de los más de 258 mil metros cúbicos de madera derribados por Sandy en ese macizo montañoso, que se eleva a 1 213 metros sobre el nivel del mar.

Según datos de la estación meteorológica ubicada en el lomerío, las 17 mil 851 hectáreas boscosas de la entidad fueron azotadas por vientos de hasta 265 kilómetros por hora, y como evidencian las ramas torcidas en diferentes direcciones, por el efecto de tornados formados dentro del huracán.

Millones de pinos de entre 30 y 40 metros de altura perdieron primero todo el follaje y luego, buena parte fue derribada, formando un caprichoso entramado similar a un enorme juego de palitos chinos extendido sobre la serranía, que en medio de los 16 a 18 grados celsius de temperatura reinante deben ser rescatados.
Especialistas en la actividad forestal precisan que la operación debe acometerse en el menor tiempo posible, pues si bien los enraizados pueden durar más, los troncos partidos tienden a descomponerse en cuatro meses, y todos corren el peligro de ser atacados por microorganismos e insectos oportunistas.
De ahí el imperativo de acelerar lo que ajustado al programa normal de corte y procesamiento de madera hubiese requerido 12 años, pues aunque cálculos conservadores estimen en 24 millones de pesos el valor de los daños ocasionados por el ciclón en el 85 % de la población boscosa, sin duda alguna el saldo mayor es ecológico.

LA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES

"La proeza comenzó a escribirse tras el paso de Sandy el mismo día 25 de octubre, por la brigada que —en 72 horas— abrió paso en esa carretera obstruida por los árboles, y luego en los caminos que conducen a los asentamientos poblacionales y las unidades productivas", señala el ingeniero Juan Carlos Ramírez Batista, director de la empresa.

"Ahora —añade—, están concentrados los recursos para la extracción de la madera mediante cuatro camiones Kraz de triple tracción, dos veteranos tractores de oruga, dos yuntas de bueyes y tres motosierras, que empleamos desde que amanece hasta el oscurecer".

Por encima de cualquier insuficiencia en el equipamiento tecnológico, se impone la voluntad de los hombres, quienes sacan sobre sus hombros las varas rollizas y emplean cables de acero tirados por los tractores para arrastrar los bolos desde la profundidad del monte hasta el cargadero de mástil tradicional.

"Los forestales estamos acostumbrados a condiciones complejas en las montañas, pero nunca habíamos enfrentado una destrucción semejante —expresa Maikel Aguilera Lago, operador de tractor de oruga—, de ahí que para enfrentarla se requiera de experiencia y del cuidado de los equipos".

A su alrededor, con motosierra, cable y barreta en manos, se mueven Jorge de Armas Calderín, Juan Delís Dussó, Reynier Fuentes Martínez, el también operador de equipo Manuel Benavides Pérez y Roberto Rodríguez Torres, quien en sus 30 años como trabajador en la Gran Piedra ha visto crecer estos bosques.

"Muchas de esas coníferas las sembré yo —refiere Rodríguez Torres—, y sabía que algún día tendría que talarlas, pero jamás imaginé verlas abatidas en un monte quemado, donde ni siquiera se sabe adónde fueron a parar sus ramas".

Un inestimable apoyo brinda desde el primer momento el único camión autocargable disponible, que —procedente de Sancti Spíritus— operan José Bécquer Quesada y José Manuel Prado Díaz, junto al motosierrero de Las Tunas, Eddy González Batista.

"Ya vamos a cumplir 30 días aquí y con 25 años como forestal, puedo asegurar que esto impresiona más que un incendio, nuestros hermanos santiagueros necesitan ayuda y aunque tenga deseos de regresar a mi casa en Fomento, no los vamos a dejar solos", dice Bécquer, mientras asegura 12 bolos en su camión.

RECUPERAR 50 AÑOS

Durante el ascenso a bordo del jeep, Saúl Varela Alonso, jefe del Departamento Forestal en la delegación provincial de la agricultura, no ha cesado de realizar observaciones e impartir indicaciones con esa certeza que le confieren más de cinco décadas en la actividad y el hecho de haber vivido el desarrollo boscoso de esta cordillera.

"Yo no diría que perdimos —enfatiza—, sino que hay que recuperar 50 años de trabajo, porque al triunfo de la Revolución esto estaba en cero, eran pastizales de yerba de guinea y en el mismo 1959 el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó la necesidad de reforestarlos, por eso no tengo duda de que vamos a hacerlo mejor.

"Ahora la urgencia es acopiar toda esa madera tirada en el suelo, rescatar los viveros arrasados por el ciclón y sembrar sin limitación alguna, porque al no haber árboles no hay sombra, el viento es más fuerte, no hay humedad, se agotan los manantiales y se afectan los suelos, ocasionando un tremendo impacto negativo en la flora y la fauna".

Precisamente, dos potentes buldóceres enviados por la Agricultura en Villa Clara, además de la construcción y la reparación de caminos, laboran en la nivelación de áreas para la inmediata creación de cuatro viveros, donde ya se llenan bolsas de tierra para un millón 200 mil posturas de pino.

"Esa será nuestra prioridad —afirma Ramírez Batista—, porque al disminuir en los próximos años los volúmenes de madera aserrada, la empresa tiene que concentrarse en la silvicultura, para fomentar todas las áreas, incrementar la regeneración natural, y la protección y conservación de los suelos.

"De momento, junto al reto que presupone la extracción de los árboles derribados está su procesamiento en el aserrío, cuya capacidad de 8 500 metros cúbicos de madera en el año, pretendemos elevar con tres aserríos móviles capaces de asimilar entre ocho y diez metros cada uno diariamente".

Por la magnitud y complejidad de la tarea, se esperan refuerzos en personal y recursos técnicos. y es que, además de la mayor demanda que tiene esa madera en el territorio, tras el paso de Sandy la Gran Piedra no podría vivir sin el verdor y aroma de sus pinares. 

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