Autor : Eduardo Palomares Calderón
Una verdadera hazaña asumen 200 hombres de la Empresa Forestal Integral
Gran Piedra-Baconao, de Santiago de Cuba, empeñados en la extracción de
los más de 258 mil metros cúbicos de madera derribados por Sandy en ese
macizo montañoso, que se eleva a 1 213 metros sobre el nivel del mar.
Según
datos de la estación meteorológica ubicada en el lomerío, las 17 mil
851 hectáreas boscosas de la entidad fueron azotadas por vientos de
hasta 265 kilómetros por hora, y como evidencian las ramas torcidas en
diferentes direcciones, por el efecto de tornados formados dentro del
huracán.
Millones de pinos de entre 30 y 40 metros de altura
perdieron primero todo el follaje y luego, buena parte fue derribada,
formando un caprichoso entramado similar a un enorme juego de palitos
chinos extendido sobre la serranía, que en medio de los 16 a 18 grados
celsius de temperatura reinante deben ser rescatados.
Especialistas
en la actividad forestal precisan que la operación debe acometerse en
el menor tiempo posible, pues si bien los enraizados pueden durar más,
los troncos partidos tienden a descomponerse en cuatro meses, y todos
corren el peligro de ser atacados por microorganismos e insectos
oportunistas.
De ahí el imperativo de acelerar lo que ajustado al
programa normal de corte y procesamiento de madera hubiese requerido 12
años, pues aunque cálculos conservadores estimen en 24 millones de
pesos el valor de los daños ocasionados por el ciclón en el 85 % de la
población boscosa, sin duda alguna el saldo mayor es ecológico.
LA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES
"La
proeza comenzó a escribirse tras el paso de Sandy el mismo día 25 de
octubre, por la brigada que —en 72 horas— abrió paso en esa carretera
obstruida por los árboles, y luego en los caminos que conducen a los
asentamientos poblacionales y las unidades productivas", señala el
ingeniero Juan Carlos Ramírez Batista, director de la empresa.
"Ahora
—añade—, están concentrados los recursos para la extracción de la
madera mediante cuatro camiones Kraz de triple tracción, dos veteranos
tractores de oruga, dos yuntas de bueyes y tres motosierras, que
empleamos desde que amanece hasta el oscurecer".
Por encima de
cualquier insuficiencia en el equipamiento tecnológico, se impone la
voluntad de los hombres, quienes sacan sobre sus hombros las varas
rollizas y emplean cables de acero tirados por los tractores para
arrastrar los bolos desde la profundidad del monte hasta el cargadero de
mástil tradicional.
"Los forestales estamos acostumbrados a
condiciones complejas en las montañas, pero nunca habíamos enfrentado
una destrucción semejante —expresa Maikel Aguilera Lago, operador de
tractor de oruga—, de ahí que para enfrentarla se requiera de
experiencia y del cuidado de los equipos".
A su alrededor, con
motosierra, cable y barreta en manos, se mueven Jorge de Armas Calderín,
Juan Delís Dussó, Reynier Fuentes Martínez, el también operador de
equipo Manuel Benavides Pérez y Roberto Rodríguez Torres, quien en sus
30 años como trabajador en la Gran Piedra ha visto crecer estos bosques.
"Muchas
de esas coníferas las sembré yo —refiere Rodríguez Torres—, y sabía que
algún día tendría que talarlas, pero jamás imaginé verlas abatidas en
un monte quemado, donde ni siquiera se sabe adónde fueron a parar sus
ramas".
Un inestimable apoyo brinda desde el primer momento el
único camión autocargable disponible, que —procedente de Sancti
Spíritus— operan José Bécquer Quesada y José Manuel Prado Díaz, junto al
motosierrero de Las Tunas, Eddy González Batista.
"Ya vamos a
cumplir 30 días aquí y con 25 años como forestal, puedo asegurar que
esto impresiona más que un incendio, nuestros hermanos santiagueros
necesitan ayuda y aunque tenga deseos de regresar a mi casa en Fomento,
no los vamos a dejar solos", dice Bécquer, mientras asegura 12 bolos en
su camión.
RECUPERAR 50 AÑOS
Durante el ascenso a bordo
del jeep, Saúl Varela Alonso, jefe del Departamento Forestal en la
delegación provincial de la agricultura, no ha cesado de realizar
observaciones e impartir indicaciones con esa certeza que le confieren
más de cinco décadas en la actividad y el hecho de haber vivido el
desarrollo boscoso de esta cordillera.
"Yo no diría que perdimos
—enfatiza—, sino que hay que recuperar 50 años de trabajo, porque al
triunfo de la Revolución esto estaba en cero, eran pastizales de yerba
de guinea y en el mismo 1959 el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó
la necesidad de reforestarlos, por eso no tengo duda de que vamos a
hacerlo mejor.
"Ahora la urgencia es acopiar toda esa madera
tirada en el suelo, rescatar los viveros arrasados por el ciclón y
sembrar sin limitación alguna, porque al no haber árboles no hay sombra,
el viento es más fuerte, no hay humedad, se agotan los manantiales y se
afectan los suelos, ocasionando un tremendo impacto negativo en la
flora y la fauna".
Precisamente, dos potentes buldóceres enviados
por la Agricultura en Villa Clara, además de la construcción y la
reparación de caminos, laboran en la nivelación de áreas para la
inmediata creación de cuatro viveros, donde ya se llenan bolsas de
tierra para un millón 200 mil posturas de pino.
"Esa será nuestra
prioridad —afirma Ramírez Batista—, porque al disminuir en los próximos
años los volúmenes de madera aserrada, la empresa tiene que
concentrarse en la silvicultura, para fomentar todas las áreas,
incrementar la regeneración natural, y la protección y conservación de
los suelos.
"De momento, junto al reto que presupone la
extracción de los árboles derribados está su procesamiento en el
aserrío, cuya capacidad de 8 500 metros cúbicos de madera en el año,
pretendemos elevar con tres aserríos móviles capaces de asimilar entre
ocho y diez metros cada uno diariamente".
Por la magnitud y
complejidad de la tarea, se esperan refuerzos en personal y recursos
técnicos. y es que, además de la mayor demanda que tiene esa madera en
el territorio, tras el paso de Sandy la Gran Piedra no podría vivir sin
el verdor y aroma de sus pinares.
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