Autor : Eduardo Palomares Calderón
Los daños ocasionados en la franja revelan la necesidad de estructurar un escudo de protección costera
"En apenas tres o cuatro horas, Sandy transformó
dramáticamente el diseño que la zona costera del municipio Santiago de
Cuba había adoptado tras largos años de constante accionar del mar y la
activa participación de la población".
Tan categórica afirmación
pertenece a la doctora en ciencias sociológicas Ofelia Pérez Montero,
directora del Centro de Estudios Multidisciplinarios de Zonas Costeras
de la Universidad de Oriente, quien encabeza el equipo de especialistas
que por indicaciones del Consejo de Defensa Provincial evalúa las
afectaciones originadas por el huracán en la primera línea de costa.
Para
ribetear la destrucción causada en la ciudad, el fenómeno natural
combinó sus vientos con la fuerza de las olas, al ensañarse con
comunidades costeras como Mar Verde, Cayo Granma y Siboney e
instalaciones como el hotel Bucanero, el restaurante Pedro el Cojo, el
acuario Baconao y playa Daiquirí.
"Hay evidencias de casas y
centros de mampostería con placas de hormigón que fueron barridos
—refiere la investigadora— traslado de arena a más de 30 metros, de
enormes rocas desplazadas a largas distancias, daños al ecosistema, en
manglares, playas y la bahía.
"Estamos
estudiando humedales quemados por la fricción del viento, donde
destruyó el hábitat de especies marinas y aves que acudían a alimentarse
y desovar, en playas rellenadas con piedras del lecho marino, y en
otras mejoradas por el reacomodo de los sedimentos y la arena de la
zona".
Según observaciones de los pobladores de mayor edad, en
diferentes puntos las olas alcanzaron de seis a nueve metros y la
surgencia en el litoral costero 2,5 metros, mientras que el mar
penetraba de 35 a 200 metros en determinadas comunidades y hasta 50 en
zonas bajas de la ciudad de Santiago de Cuba.
"Realmente —afirma
la doctora Pérez Montero— el impacto apreciado carece de antecedentes en
el territorio, y rebasa los cálculos que para un huracán categoría II,
estimaron los estudios científicos realizados con la participación de
una veintena de organismos, y la reconstrucción de la memoria histórica
de la población".
A LA DERECHA DEL OJO
Aun cuando al
penetrar por playa Mar Verde Sandy tenía a la izquierda de su ojo casi
dos tercios de toda la extensión costera con que cuenta la provincia,
fue en la porción existente a su derecha donde, como plantean los
especialistas en meteorología, resultaron mayores la furia de las olas y
las penetraciones del mar.
"El primer golpe se aprecia aquí
donde tocó tierra —reseña Esperanza Galindo Bravo, delegada del Poder
Popular en Mar Verde—, el mar arrancó pinos de raíz, quebró muros de
hormigón y devastó 44 casas con olas jamás vistas, tanto en tamaño como
en consistencia".
Un poco más al Este, lugares como Punta Gorda,
Altamira, Los Cangrejitos y sobre todo Cayo Granma, sufrieron
afectaciones de consideración por olas que penetraban al interior de la
bahía, barrían los espigones del puerto Guillermón Moncada y dañaban
paredes de los almacenes.
Con una infraestructura mayor que los
pequeños asentamientos en torno a la bahía, toda vez que posee una
franja de costa habitada superior a los dos kilómetros de largo, el
poblado de Siboney resulta quizás el más impresionante entre los
impactados.
"El mar acabó con 45 casas, incluyendo muchas de
placa y arrasó 20 centros económicos, sociales y de servicios, muchos de
ellos de reciente construcción pues, además de olas de hasta nueve
metros, los golpeó con rocas de más de una tonelada de peso, lo cual
constata su descomunal fuerza", expresa Wenceslao Gómez, presidente del
Consejo de Defensa.
"Lo esencial es que no tuvimos pérdidas de
vidas humanas —destaca el teniente coronel de la reserva Andrés
Figueredo Velásquez—, porque después del terremoto de Haití, por
orientación del presidente del Consejo de Defensa Provincial, Lázaro
Expósito, nos dimos a la tarea de planificar y ejecutar planes contra
ocurrencia de tsunamis.
"Por ello —agrega— al percatarse de cómo
venía el fenómeno, el propio presidente del Consejo de Defensa
Provincial llamó y nos dijo que aplicáramos esos planes que le habíamos
mostrado, y no se equivocó, porque sin tsunami, el mar penetró hasta las
casas que servirían de protección a los que vivimos frente al mar, y
fue necesario subir a las elevaciones cercanas".
"Para que se
tenga una idea de lo sucedido —interviene el responsable de Defensa
Civil, Raúl Pérez—, de aquí al hotel Bucanero hay más de dos kilómetros
de distancia por la costa, y luego de destrozar sus instalaciones, el
mar trajo a esta playa fragmentos de paredes, aires acondicionados,
colchones, refrigeradores y otros objetos de ese centro".
Por la
magnitud de los daños, todos los pobladores participan en las tareas de
recuperación de las instalaciones dañadas, apoyan en la limpieza a una
brigada de 71 constructores de la provincia de Cienfuegos y acuden
organizadamente a la compra de los materiales llegados para la ejecución
de sus viviendas.
SE IMPONE MAYOR EXIGENCIA
Sin haber
concluido la evaluación, el informe preliminar del Centro de Estudios
Multipropósitos de Zonas Costeras refleja el reto que entraña para las
instituciones y comunidades que viven y hacen uso de la línea costera,
asumir conscientemente el nivel de peligrosidad, riesgo y vulnerabilidad
latente, sobre todo para inmuebles en precarias condiciones.
"Sandy
nos ha dado suficientes elementos para un análisis y propuestas más
realistas en el reajuste de la línea de peligro de la zona sur oriental,
en el tipo de construcción que debe ejecutarse y en una mayor exigencia
por parte de la Dirección de Planificación Física sobre el
reordenamiento territorial", explica la doctora Ofelia Pérez.
"La
mayoría de las viviendas e instalaciones destruidas se encontraban en
la duna o en un punto muy vulnerable, lo cual valida las inquietudes
planteadas en reuniones del Consejo de Ministros y en la Asamblea
Nacional del Poder Popular, partiendo de que como isla necesitamos un
escudo de protección costera".
Junto a esos incuestionables
elementos socio-económicos, para todo el sistema costero santiaguero se
impone igualmente la rehabilitación del medioambiente, toda vez que los
arrecifes coralinos y plantaciones de manglares sufrieron afectaciones
que alteraron su función protectora de salinidad, neutralizadora de
contaminación y garantía de alimentos.
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