Autor: Yulia Nela González Bazán
Más de una semana ha trascurrido ya luego del paso arrasador del huracán
Sandy por Santiago de Cuba y muchas son las experiencias vividas por
los pobladores de este territorio del oriente cubano. Hoy pretendo
compartir con los lectores de este sitio las mías en particular.
Un
día lluvioso en el que nos preparamos en mi hogar para los embates del
Huracán, la compra de alimentos, resguardo de bienes y reforzamiento de
ventanas y puertas. Las noticias de la revista especial de la Televisión
Cubana y la actualización instantánea por Internet hacían detener más
de una actividad hogareña.
Al llegar la noche la lluvia arreciaba
y los vientos imponían su temerosa furia entre los edificios de
apartamentos donde vivo. Silbidos, estruendos, golpes contundentes en
las ventanas no permitían ni siquiera intentar dormir. A las 11 de la
noche aproximadamente el corte del fluido eléctrico daba cuentas de la
cercanía de Sandy.
Temor, la idea de que todo sería peor de lo
imaginado por nuestras mentes inexpertas en ciclones, las noticias
escuchadas en la radio del celular, las ventanas a punto de ceder,
revelaban la verdad: no estábamos listos para esto.
Al pasar la
tempestad mucha agua en el interior de la vivienda, silencio total,
oscuridad, incomunicación, desasosiego, preocupación por la familia
lejana, los amigos, la ciudad: nuestro bello Santiago, ¿Cuánto se habrá
ensañado Sandy con ella?
Un amanecer oscuro, sin sol, lleno de
suciedad, triste fue el de este 25 de octubre de 2012. Árboles caídos,
techos en el suelo, ventanas perdidas, antenas destruidas, personas
asombradas buscando pertenencias, corazón oprimido, asombro.
Días
de incertidumbre por la falta de fluido eléctrico, noticias dispersas,
bolas, la búsqueda de medios para la cocción de los alimentos y hervir
el agua, recuperar lo perdido, actividades que nos ocuparon.
Al
restableciendo de la electricidad al cuarto día, privilegiados nosotros,
la constatación del inmenso mal ocasionado por Sandy a Santiago de
Cuba, Guantánamo, Holguín y Granma, las lluvias en el centro del país,
la movilización desde todas las provincias para ayudar a los orientales, la ayuda solidaria de diferentes países.
Al
salir del asombro el ímpetu y la grandeza de los santiagueros se hizo
evidente: a limpiar las calles, apartar los escombros, reintegrarse al
trabajo, ayudar al vecino, confiar en la revolución.
Agradecimiento
a los linieros de Las Tunas: agua, café, alimentos, felicitaciones por
el excelente y arduo trabajo para devolver la electricidad a esta urbe
santiaguera; a los trabajadores de comunicaciones que restablecieron las
líneas telefónicas dañadas, a los que desde Ciego de Ávila vinieron con
premura a recoger los desechos de Sandy.
Desde mi balcón se
avisora esperanza, la que se confirma al ver por Internet, escuchar por
la radio, leer en la prensa y constatar por la televisión la ayuda
humanitaria tanto interna como externa para devolver a Santiago y su
pueblo la belleza y la alegría que los ha caracterizado siempre.
Hoy,
la felicitación a mis compañeros de Tele Turquino y de todos los medios
de comunicación de la provincia que tanto han laborado, en condiciones
difíciles, para mantener al pueblo, el país y el mundo informado; además
del agradecimiento por permitirme desde mi hogar, mi trinchera, unirme a
ellos en este afán, pues motivos mayores no me permiten salir de casa:
la salud de mi pequeño tesoro Davisín.
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