Autor : Caridad Franco Vega
La libertad es la condición de máxima generosidad que
asiste a los hombres, por ello elegir y defender los principios éticos,
políticos y morales que rigen los destinos personales y sociales que se
consideran los justos y por los que se decide, morir si es preciso, es
un derecho inalienable que nos asiste como única especie con raciocinio.
Los cubanos hemos padecido siglos de irrespeto, invasiones,
violencias, incumplimientos y desafueros. Por más de 20 años
consecutivos el mundo en aplastante mayoría ha condenado el bloqueo
económico, comercial y financiero que el gobierno de los Estados Unidos
nos impuso desde 1962 de manera unilateral.
El bloqueo no ha sido
y no es abstracto. Pérdidas millonarias sufre Cuba debido a esa
política hostil y de marcado carácter extraterritorial. Nuestra economía
y la sociedad civil dan fe de ello.
La imposibilidad de
acceder al mercado norteamericano o de emplear el dólar estadounidense
en operaciones financieras son algunas de las prohibiciones que impactan
sobre el desarrollo del comercio exterior de la Mayor de las Antillas.
Servicios
y productos tradicionales como el azúcar, el ron, el tabaco dejan de
venderse en el mercado internacional representando daños ncalculables
para nuestra economía.
La bien llamada industria sin chimeneas,
el turismo, se priva e recaudar millones de dólares por la prohibición
de viajes a este caribeño archipiélago.
Cuando el próximo
noviembre en la Asamblea General de las Naciones Unidas se vote la
resolución: Necesidad de poner fin al bloqueo, volvemos hacer valer las
razones que han posibilitado más de 50 años de resistencia de un
proyecto social en el que se han cometido errores y por eso hoy hablamos
de actualización de nuestro modelo económico.
Pero se han salvaguardado principios imprescindibles para la vida: educación, salud y justicia social.
La dignidad, la ética y la inteligencia de los cubanos fortalecen la invariable decisión de vivir sin tener precio.
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