Autor :Isabel Zaldívar Diéguez
Mucho se habla de Vilma Espín Guillois, representación de la mujer
cubana actual, por estos días, cuando se cumplieron cinco años de su
deceso.
Yo les quiero contar de la Vilma que conocí, de algunos intercambios que sostuve con ella durante coberturas en esta ciudad.
Me
confesó que para ella su Santiago tiene un embrujo único, que de cada
calle, casa y hasta de la Universidad de Oriente, donde estábamos
conversando, tenía recuerdos muy particulares, muy personales. Justo
cuando cursaba su carrera en este plantel salía encabezando
manifestaciones estudiantiles en contra del gobierno de la época. Lo
atestiguan las fotos con ella al frente, estandarte en manos y
destacándose por su estatura, su vestido de listas. Que sintió miedo, y
¿quién no al enfrentarse a personal armado y sin alma?, pero la unidad,
los compañeros le daban ánimo, fuerza y nada de cobardía.
De las
calles y casas de la clandestinidad, del terror sólo al pensar en la
muerte de sus compañeros de lucha hablaba de vez en vez, pero al evocar a
Frank País García era como si de ella emanara la dulzura toda. Qué
admiración, qué respeto, que recuerdo del joven casi niño, del jefe
gigante.
En cierta ocasión presidía una gran reunión femenina en
el Teatro Heredia. Fue para ella una jornada muy alegre, de recuerdos de
la lucha en la Sierra Maestra, de su Raúl. Al concluir hizo una
petición muy especial, muy humilde: quería participar en la conga que
salía del propio teatro hacia la Avenida de Las Américas y concluía en
el céntrico Ferreiro. La vi en pleno goce en medio de una tradición
santiaguera tan suya, tan de esta mujer que no obstante vivir en la
capital y viajar por el mundo, jamás olvidó el terruño donde nació y
creció.
No hay comentarios:
Publicar un comentario