Plaza de la revolución

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domingo, 12 de febrero de 2012

Abanicos con porte de reina

Autor :David Basterrechea Gallego

¿Sabía usted que la Reina Sofía y Winnie Mandela tienen un abanico confeccionado por una santiaguera? Ambas comparten la delicadeza de un arte que,  al decir de la poetisa cubana Dulce María Loynaz: “no es un accesorio, sino un todo perfecto, una obra de arte en miniatura y como tal hay que respetarla.” 

María del Carmen Sánchez Hernández o Maruchy, como se le conoce artísticamente, aunque no es el Rey Midas, al igual que él, todo lo que toca es oro. Tampoco es maga, y aún así, tiene el don de hacer realidad los sueños. Prueba de ello, son los abanicos que confecciona.

Con sutilezas, trata de personalizarlos, conjugar nombres, paisajes, historias, ese es el lenguaje que le imprime a sus abanicos. Un lenguaje, que con solo gestos, es cómplice de esa conexión obra-artista tan bien definida en ella.

“A Rosa Fornés, le regalé un abanico en forma de rosa; el de Alicia Alonso, cerrado, es una bailarina tallada de madera de caguairán, y en su interior tiene a varias bailarinas en posición 4. En el caso de las historias, he confeccionado abanicos que son representativos de cuentos infantiles como: La Caperucita Roja y El Gato con botas.” Comentó Maruchy.

El abanico, se ha convertido en el soporte fundamental de su obra, y gracias al cual se ha visto realizada plenamente como artista al resumir en él todas las manifestaciones artísticas que le gustan: talla, pintura, pirograbado.

 “Todo comenzó con la visita de una persona a mi hogar con el propósito de conocer el trabajo que yo realizaba, ella era portadora de un abanico que me llamó mucho la atención por su diseño con maderas preciosas. A partir de ahí traté de imprimir mi creatividad, queriendo rescatar la cubanía alejándome de los comunes abanicos de pasta y tela y los de sándalo,  confeccionando unos abanicos completamente de maderas preciosas cubanas como: Cedro, Majagua, Granadillo, Varía.” Expresó la artista.

Esta santiaguera, de sus 17 años como artesana, ha dedicado los últimos 8 a la creación de abanicos. A pesar de haber tenido una formación autodidacta por problemas visuales, su obra ha sido bendecida por grandes personalidades de Cuba y el mundo, en recompensa a la majestuodidad de un arte que no pide nada a cambio.

Vilma Espín, Nadine Gordimer, Esther Borja, Carilda Oliver Labra, Omara Portuondo, Nancy Morejón, Lucía Altieri, Miriam Makeba y Hugh Masekela, figuran dentro de la extensa lista de personas poseedoras de abanicos confeccionados por Maruchy.

Para ella, el crédito de sus obras tiene varios tiene varios nombres, el de su madre, quien es su mayor crítica, y el de su esposo, quien junto a ella, tallan el más fuerte y bello de todos los abanicos: el amor. 

“De todas las mentiras, el arte es la más creible” dijo alguien una vez, y es que su inocencia logra la perfección desde todos los puntos de vista que se mire. Maruchy con sus abanicos, no sólo revitaliza y transforma esta manifestación del arte al imprimirle movimientos y formas, que unido al perfume natural de la madera y sus coloridos ofrece una prenda única y distintiva; sino que además, incorpora nuevos valores al concepto de arte tan polisémico a lo largo de la historia.
 

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