Personal de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana asume la restauración capital de la Casa Museo Frank País García, en esta ciudad, para preservar sus valores histórico y arquitectónico.
Liliana Castrillón, especialista principal de la institución de la capital, destacó la intervención de carpinteros, restauradores, pintores, albañiles y electricistas, debido a el modesto inmueble de estilo colonial data de finales del siglo XIX y es Monumento Nacional.
Fue necesario, apuntó, desmontar la cubierta por el mal estado de la madera, sustituir columnas, vigas, tablas y la totalidad de tejas criollas por otras nuevas.
Igualmente, dijo, restauraron las paredes de madera, muros de mampuesto, cambiaron los mosaicos con alto grado de deterioro, dejando algunos testigos del piso original para el conocimiento de los visitantes.
Los trabajos abarcaron, además, la iluminación museográfica para el montaje de la muestra con vistas a la reapertura próximamente.
Como nuevo servicio, la institución cultural contará con un Centro de Documentación en un local al frente, dotado de nuevas tecnologías para la búsqueda de información por investigadores y estudiantes, una sala para conferencias y las oficinas administrativas.
Meiser Martín, directora del museo, señaló que buena parte de los exponentes como, mobiliario, instrumentos musicales, documentos y pertenencias de la familia se sometieron a un proceso de conservación por experimentados especialistas.
Figuran entre esos el acordeón, piano y armonio, de la preferencia de Frank y el radio tocadiscos que siempre llevaba consigo a los diferentes escondites para distraerse en momentos de tensión durante lucha que dirigía desde la clandestinidad.
Ubicada en la calle General Bandera, entre Habana y Los Maceo, la Casa Museo perpetúa el recuerdo de los hermanos Josué y Frank, quienes muy jóvenes entregaron sus vidas por la causa revolucionaria, con apenas un mes de diferencia, (30 de junio y 30 de julio de 1957).
La humilde vivienda acogió a esa familia a partir de 1939 cuando al fallecer el Reverendo Francisco País (padre), Doña Rosario (madre) abandonó la Iglesia Bautista donde vivía con su esposo e hijos y se trasladó a esa arteria, conocida también como San Bartolomé, en el Centro Histórico de Santiago de Cuba.
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