Por PL
Santiago de Cuba, 23 may.— Trabajadores del puerto Guillermón Moncada expresaron aquí su rechazo enérgico a la activación del Título III de la ley Helms-Burton, a cuyo amparo fueron presentadas las dos primeras reclamaciones, una de ellas concerniente a esos espacios.
Directivos y obreros juntaron sus voces para patentizar la voluntad de defender hasta las últimas consecuencias sus sitios de trabajo, esos donde han logrado proezas productivas que les han ganado el nombre de guillermones, en alusión a la estirpe heroica de ese general de las guerras por la independencia.
Mario Sierra, director adjunto de la Empresa de Servicios Portuarios del Oriente (Serpo), recordó que al triunfo de la Revolución lo que había en esa zona eran tinglados, con sus carentes estructuras de madera, y fue posteriormente que fueron construidos los muelles y el resto de los soportes de la rada.
Señaló que los cubanos están en mejores condiciones para enfrentar las nuevas arremetidas del Gobierno de Estados Unidos y de esa misma 'contrarrevolución que hace unos años pidió tres días para matar' si lograban el viejo sueño de apoderarse del país.
Por su parte, el joven ingeniero Walter Niubó, inversionista de la nueva terminal marítima que fue construida con la colaboración china, enfatizó en que uno de los propósitos fundamentales de esa legislación es dificultar la inversión extranjera.
Ese moderno enclave fue levantado al norte de la bahía santiaguera sobre una península artificial que es resultado de la compactación por más de tres décadas del sedimento rocoso acumulado en el fondo por los sucesivos dragados.
Pronunciamientos de mujeres y jóvenes portuarios se sumaron al rechazo de esa demanda de supuestos dueños que tuvo el dudoso privilegio de ser de las que abrieron ese infame proceso, junto a la que involucra al puerto de La Habana.
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