Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 24 feb.— El 24 de febrero de 1895 otra vez en Baire y una treintena sitios en la isla, se escuchó el grito de ¡Independencia o Muerte! Que enardeció los corazones patriotas. Nuevamente las caballerías levantaron el polvo de los caminos y la manigua redentora se abrió para acoger en ella a los mambises con los machetes erguidos en los brazos fuertes de negros y blancos, en una carga que sembraba el terror entre los soldados españoles.
Se acababa así el reposo turbulento de 17 años que los zanjoneros impusieron a la patria con su traición. Se reiniciaba así la Revolución, la única, la que en 1868 inició Caros Manuel de Céspedes en La Demajagua y que ahora José Martí hacía renacer bajo la dirección de un partido único y necesario, cuyo programa podía resumirse en una sola frase de su creador: “Con todos y para el bien de todos”
Muchos de los que se alzaron aquel 24 de febrero de 1895 no pudieron mantenerse de inmediato en la lucha, pero los que se quedaron, sobre todo en Oriente, abrieron las puertas del combate para que a la llegada de José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, ya no hubiera más treguas indignas, ni más zanjones, ni más traiciones, ni más derrota, para que siempre prevaleciera en el espíritu de todos los cubanos un solo principio, el de Baraguá, y una sola decisión contra los españoles: “No nos entendemos”
No hubo victoria entonces por la grosera intervención yanqui en la isla y la indignidad de España de no reconocer su derrota frente al Ejército Libertador y entregarle el poder a los Estados Unidos, por lo que fue necesario luchar decenas de años más y que se dieran otros gritos, como el del Moncada, el del Granma y el de la Sierra hasta la victoria definitiva de la única Revolución: la de Céspedes, Martí y Fidel.Por eso estamos aquí 124 años después del Grito de Baire, como si escucháramos en cada amanecer el clarín llamando al combate eterno por nuestra libertad, por nuestra soberanía, por nuestra independencia, para que los enemigos, sea el que sea, sepa que como dijo el Titán de Bronce: “Quien intente apoderarse de Cuba solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha”Así somos hoy los cubanos porque lo aprendimos de la gloria que nos legaron nuestros antepasados.
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