Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 28 dic.— En los últimos días de diciembre de 1958 el derrocamiento del régimen dictatorial de Fulgencio Batista era inminente, pues en todo el país, excepto en La Habana las fuerzas insurgentes encabezadas por el Ejército Rebelde dominaban la situación y el ejército del tirano, a pesar de su poderío, era incapaz de impedir el avance de la Revolución hacia el triunfo final.
Digamos por ejemplo que para esta fecha, operaban con éxito grupos guerrilleros en Pinar del Río y Matanzas, en Las Villas habían sido liberadas las poblaciones más importantes y la Columna 8 al mando del Che Guevara, iniciaba el cerco de la ciudad de Santa Clara, mientras que Camilo con su Columna 2 combatía en Yaguajay. En Camagüey por su parte, el Frente de esa provincia desarrollaba exitosas acciones liberando varias localidades.
En la otrora provincia de Oriente sólo se combatía en la localidad de Maffo, a un kilómetro de Contramaestre, donde un batallón del ejército batistiano se había atrincherado en un almacén del Banco Agrícola Industrial y ofrecía tenaz resistencia a las fuerzas rebeldes. En la víspera, había sido liberada la ciudad de Palma Soriano a solo 46 kilómetros de Santiago de Cuba lo que posibilitaba que se acentuara más el cerco sobre la capital oriental.
Con tal situación, el jefe de Operaciones Militares del ejército batistiano en la entonces provincia de Oriente, General Eulogio Cantillo Porras, por mediación de un sacerdote solicitó entrevistarse con el Comandante en Jefe Fidel Castro, proposición que fue aceptada por el líder de la Revolución, para evitar más derramamiento de sangre entre los cubanos, efectuándose la conversación entre ambos el 28 de diciembre de 1958, hace hoy 60 años, en las ruinas del antiguo central Oriente, cerca de Palma Soriano.
Durante el encuentro el Jefe de Operaciones Militares de Oriente reconoció que había perdido la guerra y solicitó al líder de la Revolución comandante en Jefe Fidel Castro una fórmula para ponerle fin, quien le sugirió sublevar la guarnición de Santiago de Cuba, de unos 5 mil soldados, para darle la forma de un movimiento cívico-militar en unión con el Ejército Rebelde. El General Cantillo aceptó la propuesta acordándose la fecha para la sublevación, que debía producirse alrededor del 30 de diciembre.
Sin embargo, Cantillo pidió trasladarse a La Habana para resolver algunos asuntos personales lo cual fue aceptado por Fidel que puso tres condiciones: primera, que no se produjera un golpe de Estado en la capital; segundo, que no se ayudara a escapar al tirano Fulgencio Batista y tercera, que no se tuviera contacto con la Embajada de Estados Unidos, condiciones que fueron aceptadas por el militar, que finalmente hizo todo lo contrario, traicionando la palabra empeñada con el Comandante en Jefe.
No obstante la traición del General Eulogio Cantillo el Ejército Rebelde continuó preparándose para el combate de Santiago de Cuba, el que no se produjo por el triunfo de la Revolución el Primero de Enero de 1959, día en que la guarnición militar de Santiago de Cuba radicada en el Moncada, fue ocupada por el Ejército Rebelde sin disparar un tiro, misión que le correspondió al Comandante Raúl Castro Ruz que entró solo en la fortaleza siendo vitoreado por oficiales y soldados presentes.
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