Santiago de Cuba, 21 sep.— La vida lo llevó a dedicarse en cuerpo y alma a una profesión que exige horas de desvelo y total entrega. El doctor Ángel Jesús Quintero García responde a su nacimiento y al hogar; la educación que recibió en un pueblito de Baracoa, ciudad primada de nuestro país.
El Doctor Quintero este hombre de ciencias, como se le conoce, considera que los orígenes nunca se pierden con una buena infancia como él la tuvo en los Hoyos de Sabanilla, donde el paisaje exclusivo con ríos, plantas y la humildad de sus habitantes acreditan al actual médico, sagaz e indagador de conocimientos tanto en los libros, la naturaleza como en los mayores.
Las propiedades de las plantas la aprendió del entorno donde el boticario preparaba los medicamentos con hojas, cortezas, gotas del rocío y todo lo que se extraía del medio ambiente. Supo de cómo curar el nombrado “empacho”, (ingesta), la “disipela”, (linfangitis), de correr una ventosa. El secreto vino a él por su abuela que curaba en silencio. Por algo la madre lo nombró Ángel que significa mensajero y Jesús, el primero conocido que curaba con la aplicación de las manos en puntos energéticos del cuerpo.
En esta ciudad al Doctor Quintero lo conoce todo el mundo. Para muchos un personaje, de hecho, representa una personalidad en el Oriente del país. El punto de partida de la profesión se remonta a los años del 1970 en su terruño como pediatra; con las carestías de medicamentos se inclina hacia la medicina natural tradicional y se adiestra en esta disciplina, tan vetusta como el mismo umbral del ser humano.
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