Por María Elena López Jiménez/Foto: Miguel Noa
Santiago de Cuba, 22 sep.— Y no podía ser de otra manera. Cuando al Santo Patrón de España lo trajeron hasta esta tierra, y desembarcó en ella, se hizo el milagro: de Santiago Apóstol se transmutó en Santiago rebelde-mambí, cambió la espada por el machete, de los aires europeos a lo aires cubanos; más que cubanos, santiagueros, en la ciudad, la segunda con su nombre en América, que por su historia es Héroe de la República de Cuba.
Al amanecer de cada 25 de julio, el jolgorio se aumenta, el santiaguero festeja en todos los ámbitos de la vida: desde la fundación de la villa en 1515, cada fecha, hito por hito que han marcado a la ciudad, “Quijote del Caribe”, como le nombró el Dr. Francisco Prat, investigador y enamorado eterno de esta tierra.
Y hay que destacar también que la fecha no representa una exclusividad para la ciudad, también en otras 12 hay festejos en honor a Santiago, pero no cómo en el Oriente cubano, que de Santo Patrón se convirtió en Santo mambí: Santiago de Compostela, Galicia, España; Santiago de Chile; Santiago de Guayaquil, (Ecuador); Santiago de Querétaro (México); Santiago de Cali (Colombia); Santiago de Guatemala; Santiago de Veraguas (Panamá); Santiago de Chiquitos, (Bolivia); Santiago de los Caballeros, (Rep. Dominicana); Santiago de Sesimbra (Portugal); Alange (Panamá); en Santiago del Estero y la provincia de Mendoza, Argentina. También celebra el santo ese día la ciudad de Sancti Spíritus, en la provincia cubana del mismo nombre; en la provincia de Santiago de México y en Venezuela, Santiago de León de Caracas.
Aquí hay otra historia y muchas leyendas. Los festejos de julio abren con el actor Dagoberto Gaínza, quien hace desfilar al Santo Patrono en cada carnaval. El rostro blanco. La espada de Apóstol pero el sombrero mambí. Remite a la obra “De cómo Santiago Apóstol puso los pies en la tierra”, del desparecido artista Raúl Pomares, emblemática pieza del teatro de relaciones, puesta en escena por el entonces Conjunto Dramático de Oriente.
Y la obra teatral asume la trayectoria santiaguera, vista desde lo popular y sintetizada en escenarios improvisados al principio, en cualquier comunidad del territorio, en parques, escalinatas hasta subirse en teatros en el ámbito internacional; El apóstol llega a la cuidad con sombrero alón, doblado a la usanza mambisa, algunas veces con una banderita cubana como escarapela, con sable o una vara en la mano izquierda, abrigado con capa blanca y roja y montado sobre un brioso caballo blanco.
Y de forma muy peculiar se narra que desde su fundación, Santiago de Cuba estuvo marcada con signos de rebeldía; del afán guerrero e impositivo del conquistador y de la resistencia del dominado. Esa es la interpretación que hace el texto dramático en el que se contrapone a los personajes Ño Pompa (el pueblo) y a Santiago Apóstol (la cultura del amo) en un proceso que le permite desmitificar la historia.
Finalmente, se asiste a la mutación de valores del segundo de los personajes: corre el año 1868; Santiago queda solo enfrentado a su imagen. Sube al pedestal y toma la espada, del Apóstol ecuestre, se expone en el comentario escénico. Ese "Adiós, Apóstol! Santiago se va”, del escueto y punzante final, de su paso a la insurrección que ese año los cubanos han iniciado contra el dominio de España en la Isla.
Muchos escritores aseguran que fue Emilio Bacardì y Moreau, primer alcalde y personalidad de la cultura, quien lo rescató de tantos “ires y venires” de Santo patrón español en estas tierras, hasta del presidio en celdas del cabildo y salvaguardó la efigie del guerrero montado sobre caballo blanco, que tantas veces había sido paseado en peregrinación por las calles de la villa en los días consagrados a su dignidad. Y en el museo más antiguo de Cuba se expone como misión distintiva en la institución de símbolo de identidad por su hidalguía rebelde.
Y el día 25 de julio merece también ser todo un personaje sinónimo del onomástico de una ciudad carismática, de hecho, de un día de Santo guerrero, patrón, insurrecto, mambí y hoy a la manera del teatro de relaciones como una querida máscara a pie en los carnavales, para no olvidar que está imbricado en las tradiciones cubanas y el reconocimiento del santiaguero al auténtico legado hispano en el llamado “Nuevo Mundo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario