Por María Antonia Medina Tellez/Foto: Carlos Sanabia Marrero
Santiago de Cuba, 18 sep.— Aunque cada generación se debe a su tiempo, Argelia Fernández, a sus 80 años, está orgullosa de ser invitada especial al acto nacional por los 60 años del Congreso Campesino en Armas, que acontecerá el venidero 21 de septiembre, en esta provincia.
En declaraciones a la ACN, especificó que repone su salud en la casa de su hija en Mayarí Arriba, municipio del Segundo Frente, porque es más cerca del autentico escenario de aquel suceso donde estará en primera fila, como en 1958, pero ahora satisfecha por la obra social que creció en las serranías, las tierras en manos de los campesinos y otras ventajas.
Gela como se le conoce, nació en el Realengo 18, provincia de Guantánamo y a los 15 años fue una de las cinco mujeres que asistió a la cita, presidida por el entonces Comandante Raúl Castro, integró la mesa para la organización y control de la elección de la candidatura y le correspondió levantar el acta.
En los duros momentos de la lucha armada en la Sierra Maestra, los campesinos de las zonas liberadas en Oriente se unieron al Ejercito Rebelde y fueron su retaguardia, afirmó quien comenzó sus luchas como mensajera del Movimiento 26 de Julio, a los 12 años, con Miguel Ángel Betancourt, en su natal Realengo.
Manifestó que conoció a Raúl comandando el II Frente Oriental Frank País y que este inspiró, previo al evento campesino, las asambleas masivas en las montañas para incorporar la fuerza rural al proceso revolucionario.
Fue difícil llegar al histórico lugar a caballo y bajo una fuerte lluvia, atravesaron San Fernando y Pan de Azúcar hasta Soledad donde escondieron, inmediatamente, los animales en la maleza para evitar ser sorprendidos.
Dijo que en aquella mañana del 21 de septiembre, Raúl habló a los 201 delegados sentados en bancos o de pie, también, a vecinos de esas lomas agrupados en la puerta o pegados a las rústicas instalaciones de la localidad.
Argelia, vive en la ciudad santiaguera pero ama el Segundo Frente, tanto o más que el Realengo 18, pues allí aprendió a luchar con conciencia revolucionaria, alzó su voz en defensa de sus derechos y reconoció como legado las tradiciones patrióticas de ser libres e independientes.
Sin manos temblorosas y su dedo índice como señal, comparó agradecida los beneficios y exclamó ¡tan cerca la escuela, el policlínico, andar por carreteras o caminos en sitios tan alejados!
Al despedirse, retomó la valía del encuentro histórico que dignificó la vida de los humildes.
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