Santiago de Cuba, 8 mar.— Se les ve en cada rama de ese árbol frondoso que es la sociedad. No queda sitio donde la mujer cubana no haya puestos sus manos garantizando el desarrollo del país. Desde la más simple acción hasta las complejidades del poder han demostrado que bien se valen para estar a la altura de sus responsabilidades.

Hay quien alude a las engañosas complexiones físicas y a la aparente fragilidad para negarles la valía que tiene toda fémina. Nunca hubo un sexo débil porque desde lo físico soportan dolores naturales que escapan a la anatomía de los hombres. Siempre tuvieron sus sueños y las materializaciones de los mismos para emular a cualquier caballero, les ha valido para desempeñarse en casi todos los oficios y profesiones; y encima vertebran el hogar y la familia.

El cambio de las sociedades es un hecho y hoy las mujeres se paran a nuestro lado con iguales sentimientos, propósitos, fortalezas, debilidades y empeños. No se me ocurre pensar en muchas más palabras para elogiarlas porque no alcanzarían todos los diccionarios.
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