Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 4 feb.— A pesar del fracaso de la invasión mercenaria de abril de 1961 por Playa Girón, el gobierno de Estados Unidos presidido por el demócrata John F. Kennedy continuó su política agresiva contra la Revolución Cubana para derrocarla y elaboró nuevos planes subversivos como la “Operación Mangosta” y el “Proyecto Cuba”, dando vía libre al terrorismo en todas sus formas sin descartar la posibilidad de un ataque directo a la Isla por tropas norteamericanas.
Asimismo, Washington hizo todo cuanto pudo para separar a Cuba del resto del Sistema Interamericano y en ese sentido, logró que el 31 de enero de 1962 la Isla fuera excluida de la Organización de Estados Americanos (OEA), durante la Octava Reunión de Consulta de
Ministros de Relaciones Exteriores, que tuvo por sede Punta del este, en Uruguay, donde se aprobó esa infame medida por 14 votos a favor, seis abstenciones y uno sólo en contra, el de Cuba.
En esa reunión la Delegación Cubana estuvo encabezada por el entonces Presidente de la República Doctor Osvaldo Dorticós Torrado, quien al hablar ante el plenario de la OEA señaló: “Si lo que se pretende es que Cuba se someta a las determinaciones de un país poderoso (…) sépase de una vez: ¡Cuba no capitulará!"
Y para respaldar esas palabras del Presidente Dorticós, fue que el 4 de febrero de 1962, hace hoy 56 años, más de un millón de personas se reunieron en Asamblea General Nacional del pueblo de Cuba, en la Plaza de la Revolución José Martí de la capital, para aprobar la Segunda Declaración de La Habana, donde se denunciaba la política agresiva de Estados Unidos contra la Revolución Cubana y América
Latina, y para gritarle bien claro y fuerte a los imperialistas yanquis y sus lacayos que “con OEA o sin OEA ganaremos la pelea”.
Desde entonces, la Segunda Declaración de La Habana ha sido considerada como el documento político más importante y trascendental formulado en América Latina en los más de 50 años, que ha servido de guía para la acción y cuya misión de largo alcance se confirma en lo que va de este Siglo XXI, porque como señalara la declaración: “Ahora si la historia tendrá que contar con los pueblos de América, con los explotados y vilipendiados (…), que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia”
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