Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 15 ene.— Hace 84 años, el 15 de enero de 1934, la población cubana de entonces se conmocionó al conocer que el Coronel Fulgencio Batista Zaldívar, Jefe del Ejército Nacional, había depuesto mediante un golpe de estado al llamado Gobierno de los Cien Días, que presidía el Doctor en Medicina Ramón Grau San Martín, quien llevaba como Ministro de Gobernación, equivalente hoy al Primer Ministro, al destacado revolucionario y Doctor en Farmacia, Antonio Guiteras Holmes.
Por qué fue derrocado este gobierno considerado como el más popular desde que se fundó la República. La razón fue una: el día antes, 14 de enero, el Ministro de Gobernación Antonio Guiteras había decretado la intervención de la Compañía Cubana de Electricidad, que era subsidiaria de un consorcio trasnacional de Estados Unidos.
Ante tamaña afrenta contra el poderoso imperio del norte, Washington se comunicó con su embajador en La Habana, Summer Welles, para que le transmitiera al Coronel Batista la orden de acabar con el gobierno de Grau-Guiteras, por considerarlo opuesto a los intereses norteamericanos.
Y claro está, que el Jefe del Ejército cumplió raudo y veloz con la orden del Departamento de Estado de Washington, porque Batista no olvidaba que si él estaba en ese cargo era porque contaba con el apoyo de Estados Unidos y por tanto, una orden del embajador yanqui valía más que la Constitución de la República, que su Presidente y todo su gobierno.
El gobierno depuesto, emergido después del derrocamiento del tirano Gerardo Machado, tenía en esos momentos un gran arraigo en las grandes masas del país, porque su Ministro de Gobernación Antonio Guiteras, había decretado durante los cien días que estuvo en el poder una serie de medidas populares que le ganaron el apoyo del pueblo.
Entre esas medidas estaban: la implantación de la jornada laboral de 8 horas, la ley de maternidad de la mujer, el jornal mínimo, legalización de las organizaciones proletarias que habían sido prohibidas por la dictadura machadista, así como la rebaja de la tarifa eléctrica y a extensión de los servicios eléctricos a zonas rurales del país, ya que hasta ese momento solo la recibían las zonas urbanas y no todas.
Como consecuencia de no cumplir con esas medidas dictadas por el gobierno, el 14 de enero de 1934 el Ministro de Gobernación Antonio Guiteras, decretó la intervención de la Compañía Cubana de Electricidad, lo que constituyó la gota que colmó a copa yanqui para que ordenara a Batista el derrocamiento del Gobierno Popular de los Cien Días.
Eso es ya historia, porque desde hace 58 años la industria eléctrica pasó a manos de otros dueños: el pueblo de Cuba.
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