Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 14 dic.— Hoy es el Día del Trabajador de la Cultura en homenaje a Raúl Gómez García, el poeta de la Generación del Centenario, quien naciera el 14 de diciembre de 1928 y muriera el 26 de julio de 1953, a los 24 años de edad, en el empeño de “arrojar a los malos del histórico templo”, como dijera en su poema Ya estamos en combate, leído minutos antes del asalto al Cuartel Moncada, que lo hizo entrar en la inmortalidad de su pueblo.
Santiago de Cuba, 14 dic.— Hoy es el Día del Trabajador de la Cultura en homenaje a Raúl Gómez García, el poeta de la Generación del Centenario, quien naciera el 14 de diciembre de 1928 y muriera el 26 de julio de 1953, a los 24 años de edad, en el empeño de “arrojar a los malos del histórico templo”, como dijera en su poema Ya estamos en combate, leído minutos antes del asalto al Cuartel Moncada, que lo hizo entrar en la inmortalidad de su pueblo.
En esta ocasión, a un año de la pérdida
física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, lo recordamos como el
hombre que tanto hizo para que la cultura fuera el escudo de la nación y
protegerla de las intenciones de sus enemigos de destruir el más
hermoso sueño al que puede aspirar un hombre o una mujer: tener una
patria libre y digna.
Fidel era sin duda, un gran estadista pero también era un intelectual que poseía una vasta cultura y que bien temprano después del triunfo de la revolución supo diseñar la política cultural de la nación, como un primer paso para lanzar en su desarrollo hacia el futuro, sumando a los intelectuales a ese propósito.
De ahí que el Comandante en Jefe privilegiara la educación, la voluntad de superación del pueblo, impulsó el desarrollo de la ciencia más avanzada en un país pobre y pequeño, creó el sistema de enseñanza artística, alentó la creación de un grupo de instituciones entre ellas los museos, además de poner el libro en manos de todos para que crecieran leyendo.
Aún en los momentos más difíciles de la revolución, como lo fue el periodo especial, Fidel planteó que por encima de todo había que salvar la cultura, porque en sus trabajadores tenía la revolución un destacamento de vanguardia, capaz de enfrentar al enemigo con las armas de la moral, la inteligencia y las ideas, como lo ha sido siempre.
Por eso los trabajadores de la cultura, intelectuales, artistas de cualquier manifestación, creadores, maestros, y periodistas, entre otros, formamos parte de los millones que rindieron homenaje al Comandante en Jefe en las Plazas de la Revolución José Martí o Antonio Maceo, o a lo largo de su cortejo fúnebre por toda la nación, y como todos también llevamos dentro ese sentimiento y esa voluntad de ser Fidel, para que él siga viviendo eternamente en el corazón del pueblo y sobre todo para que viva su más grande legado que es la Revolución cubana.
Hoy los trabajadores de la cultura santiaguera en representación de los de todo el país, tendremos el privilegio de estar en el lugar donde reposan sus cenizas para ratificarle que con nosotros siempre podrá contar la Revolución para su defensa, porque seguiremos siendo lo que el Comandante en Jefe nos enseñó: el escudo protector de la nación.
Fidel era sin duda, un gran estadista pero también era un intelectual que poseía una vasta cultura y que bien temprano después del triunfo de la revolución supo diseñar la política cultural de la nación, como un primer paso para lanzar en su desarrollo hacia el futuro, sumando a los intelectuales a ese propósito.
De ahí que el Comandante en Jefe privilegiara la educación, la voluntad de superación del pueblo, impulsó el desarrollo de la ciencia más avanzada en un país pobre y pequeño, creó el sistema de enseñanza artística, alentó la creación de un grupo de instituciones entre ellas los museos, además de poner el libro en manos de todos para que crecieran leyendo.
Aún en los momentos más difíciles de la revolución, como lo fue el periodo especial, Fidel planteó que por encima de todo había que salvar la cultura, porque en sus trabajadores tenía la revolución un destacamento de vanguardia, capaz de enfrentar al enemigo con las armas de la moral, la inteligencia y las ideas, como lo ha sido siempre.
Por eso los trabajadores de la cultura, intelectuales, artistas de cualquier manifestación, creadores, maestros, y periodistas, entre otros, formamos parte de los millones que rindieron homenaje al Comandante en Jefe en las Plazas de la Revolución José Martí o Antonio Maceo, o a lo largo de su cortejo fúnebre por toda la nación, y como todos también llevamos dentro ese sentimiento y esa voluntad de ser Fidel, para que él siga viviendo eternamente en el corazón del pueblo y sobre todo para que viva su más grande legado que es la Revolución cubana.
Hoy los trabajadores de la cultura santiaguera en representación de los de todo el país, tendremos el privilegio de estar en el lugar donde reposan sus cenizas para ratificarle que con nosotros siempre podrá contar la Revolución para su defensa, porque seguiremos siendo lo que el Comandante en Jefe nos enseñó: el escudo protector de la nación.
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