Santiago de Cuba, 27 oct.— Es José Suárez Mosqueda un hombre de la imagen y la historia. Por mucho tiempo lo ha fascinado la idea de combinar ambas pasiones: “Siempre tuve presente el hacer un programa para la televisión sobre la Crisis de Octubre"
Conocido como Director de programas en
Tele Turquino, la vocación fundacional de este hombre nacido en Antilla
hace más de 80 años, pionero de las Milicias y del Ejército Oriental, lo
llevó a ser Jefe de un Batallón de Artillería en los días más tensos.
Vivió de cerca los principales acontecimientos. Aún lo encoleriza la anécdota del traidor soviético y lo conmueve la inminente provocación a la muerte: “Para la fecha del 27 de octubre, que fue el día del derribo del avión espía norteamericano U-2, se escuchó una explosión a kilómetros.
Vivió de cerca los principales acontecimientos. Aún lo encoleriza la anécdota del traidor soviético y lo conmueve la inminente provocación a la muerte: “Para la fecha del 27 de octubre, que fue el día del derribo del avión espía norteamericano U-2, se escuchó una explosión a kilómetros.
Pensamos que nos estaban atacando porque
no se parecía a nada que hubiéramos escuchado antes; pero al salir del
refugio cuando cesó la alarma aérea, no había nada que hubiera dañado el
área donde estábamos, y fue cuando nos dijeron que se había derribado
el U-2.
“Yo conservo, aun después de tantos años, la famosa faja de vuelo del piloto del U-2 Rudolf Anderson. Yo nunca fui hasta el avión. De la jefatura de la división llevaron algunas cosas del derribo y así fue como yo lo pude coger. Y la guardo desde octubre del 1962 como una de las cosas más grandes que me quedaron de esa odisea que pudo desembocar en la Tercera Guerra Mundial”.
Suárez Mosqueda es un hombre de televisión y esa impronta marca hoy los recuerdos del joven que, con apenas 19 años, se convirtió en uno de los miles de héroes anónimos de la Crisis de Octubre.
“Yo conservo, aun después de tantos años, la famosa faja de vuelo del piloto del U-2 Rudolf Anderson. Yo nunca fui hasta el avión. De la jefatura de la división llevaron algunas cosas del derribo y así fue como yo lo pude coger. Y la guardo desde octubre del 1962 como una de las cosas más grandes que me quedaron de esa odisea que pudo desembocar en la Tercera Guerra Mundial”.
Suárez Mosqueda es un hombre de televisión y esa impronta marca hoy los recuerdos del joven que, con apenas 19 años, se convirtió en uno de los miles de héroes anónimos de la Crisis de Octubre.
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