Santiago de Cuba, 11 oct.— Como en una línea de combate adelantada, donde su ejemplo e ideas devienen en escudo de la patria, acaban de unirse Céspedes y Mariana, a Martí y Fidel, en el cementerio Santa Ifigenia, de la Ciudad Heroica, al conmemorarse el aniversario 149 del inicio de nuestras luchas independentistas.
El encuentro no es casual. Viene a
resaltar la rica historia de una necrópolis Monumento Nacional, que más
que camposanto, por los valores que atesora muchos prefieren llamarlo
campo de héroes o museo a cielo abierto, y que al igual que hoy se
renueva constantemente para los cubanos y amigos de otras latitudes.
«La acogida de las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en esa piedra monumental –expuso en exclusiva para Granma el arquitecto Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad–, dio un vínculo extraordinario entre la existencia del Mausoleo de José Martí y la presencia del líder histórico de la Revolución.
«Evidentemente –agregó–, era de esperar, por ser ellos padres fundadores de la nación. Pero en el cementerio también se encontraba el monumento funerario de Carlos Manuel de Céspedes, que por estar ubicado en el pasillo central resultaba muy complejo lograr con esa zona, el vínculo en la veneración especial hacia estos grandes de la Patria.
«Así se imponía el traslado del mausoleo de Céspedes hacia la línea principal o parte delantera del cementerio, y en función de eso se pensó en la posibilidad de que estuviera a un lado de Martí, y de la misma manera se valoró que si se traía al Padre de la Patria, era igualmente lógico que la Madre de todos los cubanos también estuviese ahí».
Un frente patrimonial de alta estima se abre ahora al visitante, al encontrarse prestos a enaltecer la historia de Mariana y Céspedes (a la vez iniciador de nuestras luchas en 1868) al lado del Héroe Nacional y continuador en el 95, y acto seguido al Comandante en Jefe, iniciador en 1953, de esta única Revolución que hoy continuamos.
«Este –precisó Omar López–, es el gran sentido que tiene el haber primero exhumado los restos de esas dos grandes figuras y el haber trasladado cuidadamente hasta este lugar sus respectivos panteones intactos, ante los cuales asistimos en la mañana de este 10 de octubre a la inhumación de sus restos en su lugar definitivo.
«Todo se hizo a partir del pasado mes de junio, en un breve tiempo pero con mucho amor, que pese a la complejidad de desmontar las numerosas piezas de mármol del vistoso monumento funerario de Céspedes, del acondicionamiento del área en armonía con los valores presentes, da la impresión de que existía desde mucho antes.
«A la vez se creó un ambiente, un paisaje singular, con el árbol nacional (la Palma Real) en predominio, y puede apreciarse un césped natural muy parejo y de exquisito verdor, así como luminarias en farolas tipo colonial, que propician la solemnidad que va a facilitar y a provocar sentimientos, pensamientos, reflexiones y meditaciones, sobre estas grandes figuras del acontecer cubano».
Como un libro abierto de historia, tras esa primera línea de próceres avanzados, siguen para orgullo mayor en las 9,4 hectáreas de Santa Ifigenia nada menos que 29 generales de la guerra de independencia, así como Perucho Figueredo, el autor del Himno Nacional de Cuba.
Igualmente están figuras extraordinarias como el inolvidable Frank País, los Mártires del Moncada, los caídos en la insurrección y nuestros dignos internacionalistas, a quienes resulta justo añadir, entre una significativa representación de la cultura cubana, a Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Compay Segundo y Félix B. Caignet.
Al decir del arquitecto López Rodríguez, para el pueblo cubano, y en especial los santiagueros, acaba de lograrse un elemento importante de devoción patriótica, que complementa a Santa Ifigenia como el lugar realmente impactante para un encuentro con la historia nacional y con la cultura cubana en general.
«La acogida de las cenizas del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en esa piedra monumental –expuso en exclusiva para Granma el arquitecto Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la Ciudad–, dio un vínculo extraordinario entre la existencia del Mausoleo de José Martí y la presencia del líder histórico de la Revolución.
«Evidentemente –agregó–, era de esperar, por ser ellos padres fundadores de la nación. Pero en el cementerio también se encontraba el monumento funerario de Carlos Manuel de Céspedes, que por estar ubicado en el pasillo central resultaba muy complejo lograr con esa zona, el vínculo en la veneración especial hacia estos grandes de la Patria.
«Así se imponía el traslado del mausoleo de Céspedes hacia la línea principal o parte delantera del cementerio, y en función de eso se pensó en la posibilidad de que estuviera a un lado de Martí, y de la misma manera se valoró que si se traía al Padre de la Patria, era igualmente lógico que la Madre de todos los cubanos también estuviese ahí».
Un frente patrimonial de alta estima se abre ahora al visitante, al encontrarse prestos a enaltecer la historia de Mariana y Céspedes (a la vez iniciador de nuestras luchas en 1868) al lado del Héroe Nacional y continuador en el 95, y acto seguido al Comandante en Jefe, iniciador en 1953, de esta única Revolución que hoy continuamos.
«Este –precisó Omar López–, es el gran sentido que tiene el haber primero exhumado los restos de esas dos grandes figuras y el haber trasladado cuidadamente hasta este lugar sus respectivos panteones intactos, ante los cuales asistimos en la mañana de este 10 de octubre a la inhumación de sus restos en su lugar definitivo.
«Todo se hizo a partir del pasado mes de junio, en un breve tiempo pero con mucho amor, que pese a la complejidad de desmontar las numerosas piezas de mármol del vistoso monumento funerario de Céspedes, del acondicionamiento del área en armonía con los valores presentes, da la impresión de que existía desde mucho antes.
«A la vez se creó un ambiente, un paisaje singular, con el árbol nacional (la Palma Real) en predominio, y puede apreciarse un césped natural muy parejo y de exquisito verdor, así como luminarias en farolas tipo colonial, que propician la solemnidad que va a facilitar y a provocar sentimientos, pensamientos, reflexiones y meditaciones, sobre estas grandes figuras del acontecer cubano».
Como un libro abierto de historia, tras esa primera línea de próceres avanzados, siguen para orgullo mayor en las 9,4 hectáreas de Santa Ifigenia nada menos que 29 generales de la guerra de independencia, así como Perucho Figueredo, el autor del Himno Nacional de Cuba.
Igualmente están figuras extraordinarias como el inolvidable Frank País, los Mártires del Moncada, los caídos en la insurrección y nuestros dignos internacionalistas, a quienes resulta justo añadir, entre una significativa representación de la cultura cubana, a Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Compay Segundo y Félix B. Caignet.
Al decir del arquitecto López Rodríguez, para el pueblo cubano, y en especial los santiagueros, acaba de lograrse un elemento importante de devoción patriótica, que complementa a Santa Ifigenia como el lugar realmente impactante para un encuentro con la historia nacional y con la cultura cubana en general.
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