Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 22 oct.— La más extraordinaria hazaña político-militar llevada a cabo durante nuestras guerras independentistas en el Siglo XIX fue la invasión de Oriente a Occidente, que tuvo su comienzo un día como hoy 22 de octubre, pero de 1895, hace 121 años, cuando desde los gloriosos Mangos de Baraguá el Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo Grajales partió con sus aguerridos mambises orientales, unos 1100 hombres que en trayecto hasta Camagüey se elevarían a 1500.
Santiago de Cuba, 22 oct.— La más extraordinaria hazaña político-militar llevada a cabo durante nuestras guerras independentistas en el Siglo XIX fue la invasión de Oriente a Occidente, que tuvo su comienzo un día como hoy 22 de octubre, pero de 1895, hace 121 años, cuando desde los gloriosos Mangos de Baraguá el Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo Grajales partió con sus aguerridos mambises orientales, unos 1100 hombres que en trayecto hasta Camagüey se elevarían a 1500.
El ejército invasor de Maceo estaba
conformado por 890 mambises de la caballería y 350 de infantería,
mientras que los restantes eran del Estado Mayor y la escolta. Por su
parte, España tenía en esos momentos en la Isla más de 250 mil soldados
con una correlación de fuerzas de 50 colonialistas por cada cubano.
Antes de la partida el Titán de Bronce había entregado el mando del Departamento oriental a su hermano, el Mayor General José Maceo, quien se encargaría de mantener la guerra en ese territorio, en cumplimiento de una orden del General en Jefe Máximo Gómez Báez.
El 8 de noviembre, 18 días después de partir de Mangos de Baraguá, el General Antonio llegaba a territorio camagüeyano el cual recorrió en sólo 24 días, debiendo incluso, atravesar la peligrosa trocha de Júcaro a Morón fuertemente fortificada y custodiada por los soldados españoles, lo que constituyó otra hazaña, pues la acción se hizo sin una sola baja cubana.
Después de atravesar la trocha de Júcaro a Morón, en la finca San Juan, cerca del lugar conocido como “Lázaro López”, el Lugarteniente General Antonio Maceo y el General en Jefe Máximo Gómez se reencontraron para juntos continuar la invasión hacia Occidente. Ambas fuerzas, conformaron un ejército de 4 mil efectivos, tres mil de ellos a caballo, y el resto en la infantería, cuya jefatura estaba a cargo del prestigioso General mambí, Quintín Banderas.
El 30 de noviembre de 1895, sobre las siete de la mañana se reunieron ambas fuerzas para proseguir la invasión, pero antes, el General en Jefe Máximo Gómez arengó a las tropas señalando: “Soldados la guerra empieza ahora. La guerra cruel y despiadada. (…) Soldados, llegaremos hasta los últimos confines del Occidente, hasta donde haya tierra española. Allí se dará el Ayacucho cubano”
Antes de la partida el Titán de Bronce había entregado el mando del Departamento oriental a su hermano, el Mayor General José Maceo, quien se encargaría de mantener la guerra en ese territorio, en cumplimiento de una orden del General en Jefe Máximo Gómez Báez.
El 8 de noviembre, 18 días después de partir de Mangos de Baraguá, el General Antonio llegaba a territorio camagüeyano el cual recorrió en sólo 24 días, debiendo incluso, atravesar la peligrosa trocha de Júcaro a Morón fuertemente fortificada y custodiada por los soldados españoles, lo que constituyó otra hazaña, pues la acción se hizo sin una sola baja cubana.
Después de atravesar la trocha de Júcaro a Morón, en la finca San Juan, cerca del lugar conocido como “Lázaro López”, el Lugarteniente General Antonio Maceo y el General en Jefe Máximo Gómez se reencontraron para juntos continuar la invasión hacia Occidente. Ambas fuerzas, conformaron un ejército de 4 mil efectivos, tres mil de ellos a caballo, y el resto en la infantería, cuya jefatura estaba a cargo del prestigioso General mambí, Quintín Banderas.
El 30 de noviembre de 1895, sobre las siete de la mañana se reunieron ambas fuerzas para proseguir la invasión, pero antes, el General en Jefe Máximo Gómez arengó a las tropas señalando: “Soldados la guerra empieza ahora. La guerra cruel y despiadada. (…) Soldados, llegaremos hasta los últimos confines del Occidente, hasta donde haya tierra española. Allí se dará el Ayacucho cubano”
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