Santiago de cuba, 20 sep.— La Convención de los Derechos del Niño, CDN, fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1989, y entró en vigor en septiembre de 1990. En Cuba, fue el 20 de septiembre de 1991.
En sus artículos 28 y 29, la CDN,
reconoce el derecho del niño, la niña y los adolescentes a la enseñanza
primaria obligatoria y gratuita, así como a fomentar las distintas
formas de la enseñanza secundaria general y profesional, además de
adoptar medidas para la asistencia regular a la escuela y reducir las
tasas de deserción escolar.
En nuestro país, el estado garantiza el fiel cumplimiento de esos derechos. Una muestra de ello, lo constituye el recién iniciado curso escolar 2016-2017, el 5 de septiembre), en el cual más de un millón de niños, niñas, adolescentes y jóvenes se incorporaron a las aulas, sin tener en cuenta raza, sexo, credo religioso ni posición económica.
Todo, o casi todo lo más necesario está a su disposición: escuelas, aulas, libros, libretas, lápices, laboratorios de diferentes especialidades, y lo principal, maestros y profesores, tanto para planteles convencionales, como para estudiantes con necesidades educativas especiales.
En el caso de la provincia de Santiago de Cuba, territorio ubicado al sur del oriente cubano, más de 1100 centros educaciones recibieron en sus aulas a unos 178 mil alumnos. Esto es posible porque vivimos en un país, donde nada es más importante que un niño y porque aquí, construimos un proyecto social que defiende los derechos de todos, donde nadie está desamparado, a pesar de un bloqueo de más de medio siglo.
En Cuba, contra viento y marea, se cumple con lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño, que entró en vigor en este archipiélago, el 20 de septiembre de 1991.
En nuestro país, el estado garantiza el fiel cumplimiento de esos derechos. Una muestra de ello, lo constituye el recién iniciado curso escolar 2016-2017, el 5 de septiembre), en el cual más de un millón de niños, niñas, adolescentes y jóvenes se incorporaron a las aulas, sin tener en cuenta raza, sexo, credo religioso ni posición económica.
Todo, o casi todo lo más necesario está a su disposición: escuelas, aulas, libros, libretas, lápices, laboratorios de diferentes especialidades, y lo principal, maestros y profesores, tanto para planteles convencionales, como para estudiantes con necesidades educativas especiales.
En el caso de la provincia de Santiago de Cuba, territorio ubicado al sur del oriente cubano, más de 1100 centros educaciones recibieron en sus aulas a unos 178 mil alumnos. Esto es posible porque vivimos en un país, donde nada es más importante que un niño y porque aquí, construimos un proyecto social que defiende los derechos de todos, donde nadie está desamparado, a pesar de un bloqueo de más de medio siglo.
En Cuba, contra viento y marea, se cumple con lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño, que entró en vigor en este archipiélago, el 20 de septiembre de 1991.
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