Por Claudia González Catalán
Santiago de Cuba, 14 may.— Santiago de Cuba es el enclave de la casa más antigua de América Latina. Villa de medio milenio, monumento nacional, inscrita en la lista indicativa para el Patrimonio de la Humanidad hoy busca nuevas alturas.
Santiago de Cuba, 14 may.— Santiago de Cuba es el enclave de la casa más antigua de América Latina. Villa de medio milenio, monumento nacional, inscrita en la lista indicativa para el Patrimonio de la Humanidad hoy busca nuevas alturas.
Cerca de 30 mil nuevas viviendas necesita Santiago de Cuba para recuperar su fondo habitacional.
Un novedoso proyecto apuesta por hacerlo más rápido y con menos
recursos. Se trata de reaprovechar intersticios disponibles en el Centro
Histórico de la villa para construir una ciudad moderna desde sus
espacios más tradicionales.
Esta idea rescata antecedentes: edificios de la primera mitad del siglo XX coexisten en armonía con inmuebles tradicionales. Aunque la práctica habitual ha concentrado la construcción de nuevas viviendas en zonas periféricas de la ciudad, cerca de 15 áreas del centro histórico forman parte de un plan especial de revitalización.
En los pequeños espacios que ocupaba una vivienda en mal estado o una institución ociosa hoy se proyecta un edificio que multiplicará la habitabilidad en los anillos fundacionales, según nos explica Miguel Roy, especialista en proyectos de la Empresa de Proyectos del Poder Popular:
“Permite aumentar la densidad poblacional de 300 hasta 1200 habitantes por hectárea, con la ventaja de que además no tienes que añadir infraestructura urbana: cuando implantes el edificio ya tiene las redes, las vías, el transporte urbano, la tienda en la esquina… Todo eso que había que ponerle a aquella urbanización nueva no hay que construirlo porque ya lo tiene la ciudad.”
¿Pero acaso no es Santiago de Cuba una ciudad colonial?
Gisela Mayo Gómez, Directora del Plan Maestro de la Oficina del Conservador de la Ciudad, afirma que no hay contradicción en esto: “Los nuevos proyectos que se ejecutan por estas empresas constructoras tienen que ser sobre el respeto de unas regulaciones. No queremos mimetismo, ni copiar un estilo arquitectónico que ya no está presente; sino desarrollar acciones contemporáneas, en un mundo contemporáneo, donde una generación pueda plasmar su sello, pero que ese sello sea de respeto al valor arquitectónico que existe.”
Por estos motivos, la Oficina del Conservador de la Ciudad, de conjunto con la Dirección Provincial de Planificación Física y la Empresa de Proyectos del Poder Popular, diseñan proyectos específicos que también ponen en valor la producción local de materiales de la construcción, más apropiados para las características de los nuevos enclaves.
Santiago de Cuba se inserta así en tendencias internacionales desde
el concepto de resiliencia urbana. Una apuesta sostenible con la que se
rediseña el perfil de una urbe tan moderna, como tradicional.
Esta idea rescata antecedentes: edificios de la primera mitad del siglo XX coexisten en armonía con inmuebles tradicionales. Aunque la práctica habitual ha concentrado la construcción de nuevas viviendas en zonas periféricas de la ciudad, cerca de 15 áreas del centro histórico forman parte de un plan especial de revitalización.
En los pequeños espacios que ocupaba una vivienda en mal estado o una institución ociosa hoy se proyecta un edificio que multiplicará la habitabilidad en los anillos fundacionales, según nos explica Miguel Roy, especialista en proyectos de la Empresa de Proyectos del Poder Popular:
“Permite aumentar la densidad poblacional de 300 hasta 1200 habitantes por hectárea, con la ventaja de que además no tienes que añadir infraestructura urbana: cuando implantes el edificio ya tiene las redes, las vías, el transporte urbano, la tienda en la esquina… Todo eso que había que ponerle a aquella urbanización nueva no hay que construirlo porque ya lo tiene la ciudad.”
¿Pero acaso no es Santiago de Cuba una ciudad colonial?
Gisela Mayo Gómez, Directora del Plan Maestro de la Oficina del Conservador de la Ciudad, afirma que no hay contradicción en esto: “Los nuevos proyectos que se ejecutan por estas empresas constructoras tienen que ser sobre el respeto de unas regulaciones. No queremos mimetismo, ni copiar un estilo arquitectónico que ya no está presente; sino desarrollar acciones contemporáneas, en un mundo contemporáneo, donde una generación pueda plasmar su sello, pero que ese sello sea de respeto al valor arquitectónico que existe.”
Por estos motivos, la Oficina del Conservador de la Ciudad, de conjunto con la Dirección Provincial de Planificación Física y la Empresa de Proyectos del Poder Popular, diseñan proyectos específicos que también ponen en valor la producción local de materiales de la construcción, más apropiados para las características de los nuevos enclaves.
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