Por Armando Fernández Martí
Santiago de Cuba, 18 may.— El 18 de mayo de 1895, víspera de su muerte, José Martí escribe a su amigo mejicano Manuel Mercado una carta que quedó inconclusa y que ha sido considerada como su testamento político.
Santiago de Cuba, 18 may.— El 18 de mayo de 1895, víspera de su muerte, José Martí escribe a su amigo mejicano Manuel Mercado una carta que quedó inconclusa y que ha sido considerada como su testamento político.
La misiva no solo quedó inconclusa, sino
que nunca llegó a su destino, fue ocupada por los españoles y ya en
Santiago de Cuba el oficial peninsular Enrique Ubieta, de origen cubano,
se hizo de ella y durante casi tres lustros la mantuvo oculta, hasta
que se decidió publicarla en la Revista El Fígaro, en 1909.
En la carta Martí le confiesa a su amigo que arriesga cada día su vida en el campo de batalla en el cumplimiento de un deber supremo: "impedir con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América"
Más adelante precisa el Apóstol cubano: "Habrá quienes se contentan con migajas autonomistas o a quienes le de igual un amo yanqui o español, pero la masa pujante, mestiza, hábil, conmovedora, inteligente y creadora, la masa de blancos y negros, anhela y merece la Revolución sin la cual no habrá independencia"
Escrita con pulso a galope, la carta de Martí a Manuel Mercado es un semillero de altos conceptos y urgentes definiciones y así se reflexiona en torno a disputas y desavenencias propias del momento: " En mí solo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la Revolución"
Martí, convencido de su papel no sólo para organizar la guerra, sino también en los fundamentos y el rumbo de la futura República afirma: "Se desaparecer, pero no desaparecería mi pensamiento"
La llegada al campamento de Dos Ríos del General Bartolomé Masó con su tropa obligó a Martí a interrumpir la carta que le escribía a su amigo mejicano Manuel Mercado, guardándola en uno de los bolsillos de su levita donde fue encontrada por los españoles al siguiente día tras su muerte en Dos Ríos, siendo este el único documento que se le encontró encima.
En la carta Martí le confiesa a su amigo que arriesga cada día su vida en el campo de batalla en el cumplimiento de un deber supremo: "impedir con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América"
Más adelante precisa el Apóstol cubano: "Habrá quienes se contentan con migajas autonomistas o a quienes le de igual un amo yanqui o español, pero la masa pujante, mestiza, hábil, conmovedora, inteligente y creadora, la masa de blancos y negros, anhela y merece la Revolución sin la cual no habrá independencia"
Escrita con pulso a galope, la carta de Martí a Manuel Mercado es un semillero de altos conceptos y urgentes definiciones y así se reflexiona en torno a disputas y desavenencias propias del momento: " En mí solo defenderé lo que tengo yo por garantía o servicio de la Revolución"
Martí, convencido de su papel no sólo para organizar la guerra, sino también en los fundamentos y el rumbo de la futura República afirma: "Se desaparecer, pero no desaparecería mi pensamiento"
La llegada al campamento de Dos Ríos del General Bartolomé Masó con su tropa obligó a Martí a interrumpir la carta que le escribía a su amigo mejicano Manuel Mercado, guardándola en uno de los bolsillos de su levita donde fue encontrada por los españoles al siguiente día tras su muerte en Dos Ríos, siendo este el único documento que se le encontró encima.
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