
Por Bárbara Aroche Cuadro
Santiago
de Cuba, 16 mar.— En Santiago de Cuba vive Rosa, una mujer que a pesar
de haber sido maestra de profesión, la vuelta de la vida la llevó a un
camino de amor por un trabajo que complementa la agricultura y con ello
la alimentación, todo ello después de jubilada.

Tras
el paso del devastador huracán Sandy, la mini industria perteneciente a
la Cooperativa de Crédito y Servicio 16 de Abril, quedó devastada,
razón para que ella convirtiera su cocina en un espacio para preparar y
almacenar su rica producción variada de encurtidos, jugos y otros
productos naturales.
Con la marca registrada Maroja, esta

santiaguera
comercializa cerca de 41 productos en el territorio. Sazón completo,
dulces en almíbar, salsas condimentadas y vinagre, son una breve muestra
de lo que produce Rosa Hechavarría, con métodos sencillos, que no
necesitan una gran inversión y más que nada preservan la salud.

Rosa
se siente orgullosa de poder realizar donaciones de su producción para
niños oncológicos con discapacidad y nefróticos del territorio.
Cada
paso de la preparación lo comparte con su esposo Armando, quien sin
tabúes se inserta en los quehaceres y le brinda su apoyo para que el
producto se obtenga con el acabado que se desea.

Para
ellos, sigue siendo una satisfacción poder generalizar este proyecto
comunitario, el cual ostenta la condición de Referencia Nacional y que
tiene como objetivo poner al alcance de todos la sabiduría que hoy
poseen y más que nada demostrar la auto confianza de la mujer cubana
para impulsar labores como estas.
El proyecto prevé fomentar una
cultura alimentaria sana en la población del territorio santiaguero, lo
que sin dudas beneficia la salud de los consumidores de estas
producciones.
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