Santiago de Cuba, 29 ene.— Caminar por Santiago de Cuba en estos días es una invitación a escuchar. Por todas partes una historia de solidaridad se mezcla con el recuento de las últimas noticias.
Alina Pelegrino es maestra. Por las mañanas les cuenta a sus niños algunas
Pero no solo los parques han sido testigos del insomnio. Orestes Silveria es un vecino de Rajayoga. Su casa, rodeada de edificios, abre las puertas cada noche para recibir a los que no les alcanza la calma.
"Eso es una costumbre, afirma Silveria. Y yo pienso que es también del pueblo cubano en general. Lo hemos visto también en La Habana, lo hemos visto en otras provincias, pero sobre todo en Santiago. Es así, no porque tenga fama.
Cerca de 30 personas prefieren cobijarse aquí. La familia se amplía. Compartirlo todo es el principio de Silveria: "No es el techo nada más, es todo. Por las madrugadas se les brinda café porque no todo el mundo está dormido. Hay muchas personas fuera a la expectativa de otro movimiento sísmico y nosotros colamos café para repartir, con el mismo aporte de los vecinos. Realmente hay bastante unidad. En estos momentos de peligro las personas se unen más".
Santiago de Cuba es, una ciudad sísmica donde los días y noches sin pausas ya exceden de una semana. La situación ha sido, sobre todo, un enjambre de incertidumbres. Pero la certeza de la solidaridad seguramente pondrá otro matiz a estas historias trémulas.
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