Por Coral Vázquez Peña
Santiago de Cuba, 29 sep.— Como dijera Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”.
Santiago de Cuba, 29 sep.— Como dijera Pablo Picasso: “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”.
Por esa razón y porque en breve tiempo
cogí unas libritas de más fue que me incorporé desde el primero de
septiembre a un grupo de adultos de la tercera edad que todos los días
hace ejercicios en la sala de rehabilitación perteneciente al
policlínico Armando García de Santiago de Cuba.
El noveno mes del año apenas termina y puedo asegurar que he controlado el peso del cuerpo, claro, olvidándome también en alguna medida de los dulces que hace una vecina y de los que venden en una dulcería cerca de casa.
Como también puedo afirmar que he disminuido el estrés y el insomnio, mejorado la salud física y psicológica de forma general y fortalecido el concepto de autoestima, y de la imagen corporal.
En resumen que como pensara Cicerón “El viejo no puede hacer lo que hace un joven; pero lo que hace es mejor” y amplio ahora yo, porque mejora su calidad de vida y puede disfrutar de un envejecimiento saludable.
Y mire si es cierto que hace unos días el profesor preguntaba que quien o quienes padecían de dolores en la espalda y aún amanecían con ellos y muchos levantamos la mano para decirle que ya no.
La mayoría de los que asisten a esta cita matutina tienen 70 años de edad y más porque hay un hombre que está picando los 90 y una mujer descendiente de padres asiáticos que tiene 84.
Allí nadie habla de dolores ni se queja de nada lo que reafirma que realizar de forma regular y sistemática una actividad física demuestra ser una práctica muy beneficiosa en la prevención, desarrollo y rehabilitación de la salud, a la vez que ayuda al carácter, la disciplina y a la toma de decisiones en la vida cotidiana.
Y lo que es mejor, cuando las clases terminan hay intercambios de recetas, consejos de nuevos puntos de bordado y tejido y eso que aún no se ha organizado el grupo totalmente para hacer visitas a museos y galerías de arte y celebrar cumpleaños colectivos. Y todos son beneficios que también aporta la práctica de deportes.
Entonces tuvo mucha razón Pitágoras cuando escribiera que “Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida”.
No sea usted de los que envejece con más rapidez por pensar incesantemente en que nos hacemos viejos y súmese a la práctica de deportes que en el movimiento está la vida y en la actividad reside la felicidad.
El noveno mes del año apenas termina y puedo asegurar que he controlado el peso del cuerpo, claro, olvidándome también en alguna medida de los dulces que hace una vecina y de los que venden en una dulcería cerca de casa.
Como también puedo afirmar que he disminuido el estrés y el insomnio, mejorado la salud física y psicológica de forma general y fortalecido el concepto de autoestima, y de la imagen corporal.
En resumen que como pensara Cicerón “El viejo no puede hacer lo que hace un joven; pero lo que hace es mejor” y amplio ahora yo, porque mejora su calidad de vida y puede disfrutar de un envejecimiento saludable.
Y mire si es cierto que hace unos días el profesor preguntaba que quien o quienes padecían de dolores en la espalda y aún amanecían con ellos y muchos levantamos la mano para decirle que ya no.
La mayoría de los que asisten a esta cita matutina tienen 70 años de edad y más porque hay un hombre que está picando los 90 y una mujer descendiente de padres asiáticos que tiene 84.
Allí nadie habla de dolores ni se queja de nada lo que reafirma que realizar de forma regular y sistemática una actividad física demuestra ser una práctica muy beneficiosa en la prevención, desarrollo y rehabilitación de la salud, a la vez que ayuda al carácter, la disciplina y a la toma de decisiones en la vida cotidiana.
Y lo que es mejor, cuando las clases terminan hay intercambios de recetas, consejos de nuevos puntos de bordado y tejido y eso que aún no se ha organizado el grupo totalmente para hacer visitas a museos y galerías de arte y celebrar cumpleaños colectivos. Y todos son beneficios que también aporta la práctica de deportes.
Entonces tuvo mucha razón Pitágoras cuando escribiera que “Una bella ancianidad es, ordinariamente la recompensa de una bella vida”.
No sea usted de los que envejece con más rapidez por pensar incesantemente en que nos hacemos viejos y súmese a la práctica de deportes que en el movimiento está la vida y en la actividad reside la felicidad.
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