Por Armando Fernández Martí
"Sabemos que nuestro destino es vencer o caer". Esas palabras fueron expresadas por Juan Manuel Márquez, que con el grado de capitán viajó de Tuxpan a Cuba en el Yate Granma, fungiendo como Jefe de Estado Mayor del Grupo y Segundo Jefe de la Expedición.
Tras el desembarco y el desastre de
Alegría de Pío, Juan Manuel Márquez quedó solo y durante 10 días
recorrió los entornos de la zona hasta que enfermo, agotado por el
hambre y la sed, cayó de bruces y sin conocimiento a la orilla de un
camino, siendo delatado por un campesino.
Detenido e identificado, sufrió salvajes torturas por la soldadezca batistiana, dejándolo por muerto. Pero, horas más tarde, al anochecer regresaron a enterrar el cadáver, y se dieron cuenta que aún estaba con vida, ultimándole con tres disparos, el 15 de diciembre de 1956, en una guardarraya de la Finca La Norma, cercana al poblado de San Ramón, municipio de Campechuela, en la actual provincia de Granma.
Un soldado le disparó dos veces al cuerpo y después lo remató de un
tiro en la cabeza. De esa forma entregó su vida a la Patria un
revolucionario a toda prueba. Así pusieron fina su existencia física,
pero no pudieron matar sus ideas de justicia y de igualdad.Detenido e identificado, sufrió salvajes torturas por la soldadezca batistiana, dejándolo por muerto. Pero, horas más tarde, al anochecer regresaron a enterrar el cadáver, y se dieron cuenta que aún estaba con vida, ultimándole con tres disparos, el 15 de diciembre de 1956, en una guardarraya de la Finca La Norma, cercana al poblado de San Ramón, municipio de Campechuela, en la actual provincia de Granma.
Juan Manuel Márquez había nacido el 3 de julio de 1915, en Santa Fe, La Habana, y desde muy joven se incorporó a la lucha contra la dictadura de Machado y el primer gobierno de Fulgencio Batista, así como otros gobiernos que llegaron después.
Juan Manuel Márquez fue fundador del Partido Ortodoxo junto a Eduardo Chibás y se unió a Fidel a la salida de éste del presidio, después de los sucesos del Moncada. Marchó al exilio y con su labor en Estados Unidos y otros países organizó, junto a Fidel, la expedición que vendría en el Yate Granma.
A un amigo Márquez le había escrito: "Nosotros no nos detendremos ni pensamos que nadie pueda detenernos. Sabemos que nuestro destino es vencer o caer".
Juan Manuel Márquez no pudo ver el triunfo revolucionario que tanto ansió, pero al morir el 15 de diciembre de 1956, hace hoy 58 años, estaba convencido de que su causa no se detendría y llevaría a su pueblo hasta la victoria final.
Y cuando un tribunal revolucionario en 1959 juzgó a los asesinos, ellos confesaron que a pesar de las torturas, el revolucionario no delató a sus compañeros que desembarcaran con él días atrás por un punto de nuestras costas, en Los Cayuelos, Las Coloradas, en la actual provincia de Granma.
Ese héroe fue fiel a la causa hasta sus últimas consecuencias, como el mismo escribiera: "Ni el presidio, cuya amargura viví de niño y de hombre, ni el destierro, cuyo pan amargo he saboreado, ni las persecuciones continuas, ni el peligro de morir a cualquier hora, ni los vejámenes que he sufrido, ni las palizas que he padecido en la carne, serán motivos suficientes para que yo deje de defender los ideales por los cuales han caído ya en el camino mis mejores compañeros."
Y hoy su Revolución sigue en pie, indetenible por siempre y para siempre, haciendo realidad sus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario