Por Yulia Nela González Bazán
Emplazado en la céntrica calle Enramadas, el edificio
que ocupa la Tienda La California, es uno de los proyectos donde dejó
su impronta el conocido arquitecto santiaguero Carlos Segrera.
Según estudios de sus características es
este uno de los ejemplos de inmuebles de propiedad horizontal donde se
combinó la función comercial con la doméstica, pues en sus inicios en la
planta baja y la parte derecha del alto se ubicaron los almacenes,
mientras en la parte izquierda arriba se encontraba la vivienda.
Entre los detalles a destacar está el hecho de que desde su inauguración se puso el nombre La California, el cual ha conservado hasta la fecha.
Como en otros proyectos de Segrera destaca la ornamentación diferencia en cada nivel, aunque con una excelente unidad arquitectónica.
El primer piso contó, en los huecos de puertas y ventanas, con una sucesión de arcos de medio punto con enmarque y clave apoyados sobre fuertes pilares, que desafortunadamente no conserva en la actualidad.
En el segundo piso se mantenía el ritmo pero con una mayor complejidad decorativa, elementos que sí se pueden apreciar al detenerse a observar la fachada de la llamativa construcción.
Entre los dos niveles se dispusieron balcones abalaustrados sostenidos por fuertes ménsulas, cuya orientación en los laterales y centro acentúa la proporción.
Hoy La California mantiene su función comercial, siendo uno de los expendios de productos más visitados de la ciudad de Santiago de Cuba. Sin embargo estoy convencida de que sus valores arquitectónicos son los que por cerca de un siglo, le han ganado la admiración y el elogio de todos los que han tenido la oportunidad de disfrutarlo a su paso por la populosa arteria santiaguera.
Entre los detalles a destacar está el hecho de que desde su inauguración se puso el nombre La California, el cual ha conservado hasta la fecha.
Como en otros proyectos de Segrera destaca la ornamentación diferencia en cada nivel, aunque con una excelente unidad arquitectónica.
El primer piso contó, en los huecos de puertas y ventanas, con una sucesión de arcos de medio punto con enmarque y clave apoyados sobre fuertes pilares, que desafortunadamente no conserva en la actualidad.
En el segundo piso se mantenía el ritmo pero con una mayor complejidad decorativa, elementos que sí se pueden apreciar al detenerse a observar la fachada de la llamativa construcción.
Entre los dos niveles se dispusieron balcones abalaustrados sostenidos por fuertes ménsulas, cuya orientación en los laterales y centro acentúa la proporción.
Hoy La California mantiene su función comercial, siendo uno de los expendios de productos más visitados de la ciudad de Santiago de Cuba. Sin embargo estoy convencida de que sus valores arquitectónicos son los que por cerca de un siglo, le han ganado la admiración y el elogio de todos los que han tenido la oportunidad de disfrutarlo a su paso por la populosa arteria santiaguera.
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