Por Kenia Tabares Robles
Ciertamente el organismo humano no da la hora como el
reloj, pero muchas veces se comporta como tal. El tictac biológico
activa señales en horas específicas, como suelen ser los horarios para
levantarse, trabajar, comer o ejercer comúnmente las actividades del
día.
Y precisamente, en estas jornadas
veraniegas, el cronómetro humano está sobrecargado. Constantemente
señala que hay que ingerir líquidos, y si son fríos, mejor. El agobiante
calor, exacerba las ganas de tomar helados, refrescos, jugos o agua que
permitan refrescar para seguir dando la hora, como lo ha hecho el
mojito cubano.
El emblemático coctel, puede ser bebido durante todo el año, pero en los días calurosos suele ser mejor porque refresca… Es suave y estimulante, medio ácido-dulzón, su aroma de hierbabuena y limón transporta el gusto al máximo placer.
Ese goce el escritor norteamericano Ernest Heminguay –amante de los cocteles cubano- lo hizo célebre con su frase “mi Daiquirí en el Floridita y mi Mojito en La Bodeguita”.
Comúnmente se piensa que el mojito surgió en el bar “La Bodeguita del Medio”, en La Habana. Pero, no es así. La bebida de fantasía, reconocida como una de las mejores y más gustadas en el mundo tiene una controversial historia, que como el reloj marca momentos cumbres dentro del ámbito nacional.
La historia del “mojito” tiene sus inicios a finales del siglo XVI. Cuentan que el afamado pirata inglés Sir Richard Drake -subordinado del Capitán Sir Francis Drake (corsario de la corona inglesa)-, preparó la primera versión que se conoce de esta bebida, la cual llevaba aguardiente de baja calidad, azúcar, lima, menta y otras hierbas. Según la bibliografía consultada Drake lo tomaba después de sus batallas mientras contaba las monedas de oro que formaban su codiciado botín.
Como dato curioso, el uso de la lima en la bebida, permitía combatir la deficiencia de vitamina C, una enfermedad típica de los marineros de entonces, que pasaban meses en la mar sin tomar fruta fresca.
Con los años la producción de ron se fue perfeccionando, y es Don Facundo Bacardí quien crea el reconocido Ron Bacardí que sustituyó al aguardiente, y desde entonces, allá por el año 1862, lo que en Cuba se conocía como Draquecito, se rebautizó “Mojito”.
Los anales de esta bebida recogen muchos lugares que contribuyeron a su difusión. Entre ellos el bar “Mirador el Golfo”, del Hotel Nacional, allá por la década del 30, “Las Cañitas” del hotel Habana Libre, en los años 60, y el hotel Sevilla, aunque su origen (1910) fue en el bar de la playa “La Concha”, en Marianao.
Muchas manos han promocionado esa bebida, pero es a Ernest Heminguay a quien le debemos la popularidad de este coctel, pues diariamente lo bebía en la Bodeguita del Medio. Allí un grupo de intelectuales y escritores cubanos se reunían para comer, y entre ellos estuvo Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional.
En la actualidad, este excelente trago de la coctelería cubana sigue dando la hora, pues ha logrado situarse en muchos bares del mundo. Su exquisito aroma y su sabor refrescante se han ganado un espacio entre los consumidores, a tal punto que muchos han aprendido a hacerlo en casa. Si por estos días tiene la oportunidad de tomarse uno, ¡aprovéchela! No se arrepentirá.
El emblemático coctel, puede ser bebido durante todo el año, pero en los días calurosos suele ser mejor porque refresca… Es suave y estimulante, medio ácido-dulzón, su aroma de hierbabuena y limón transporta el gusto al máximo placer.
Ese goce el escritor norteamericano Ernest Heminguay –amante de los cocteles cubano- lo hizo célebre con su frase “mi Daiquirí en el Floridita y mi Mojito en La Bodeguita”.
Comúnmente se piensa que el mojito surgió en el bar “La Bodeguita del Medio”, en La Habana. Pero, no es así. La bebida de fantasía, reconocida como una de las mejores y más gustadas en el mundo tiene una controversial historia, que como el reloj marca momentos cumbres dentro del ámbito nacional.
La historia del “mojito” tiene sus inicios a finales del siglo XVI. Cuentan que el afamado pirata inglés Sir Richard Drake -subordinado del Capitán Sir Francis Drake (corsario de la corona inglesa)-, preparó la primera versión que se conoce de esta bebida, la cual llevaba aguardiente de baja calidad, azúcar, lima, menta y otras hierbas. Según la bibliografía consultada Drake lo tomaba después de sus batallas mientras contaba las monedas de oro que formaban su codiciado botín.
Como dato curioso, el uso de la lima en la bebida, permitía combatir la deficiencia de vitamina C, una enfermedad típica de los marineros de entonces, que pasaban meses en la mar sin tomar fruta fresca.
Con los años la producción de ron se fue perfeccionando, y es Don Facundo Bacardí quien crea el reconocido Ron Bacardí que sustituyó al aguardiente, y desde entonces, allá por el año 1862, lo que en Cuba se conocía como Draquecito, se rebautizó “Mojito”.
Los anales de esta bebida recogen muchos lugares que contribuyeron a su difusión. Entre ellos el bar “Mirador el Golfo”, del Hotel Nacional, allá por la década del 30, “Las Cañitas” del hotel Habana Libre, en los años 60, y el hotel Sevilla, aunque su origen (1910) fue en el bar de la playa “La Concha”, en Marianao.
Muchas manos han promocionado esa bebida, pero es a Ernest Heminguay a quien le debemos la popularidad de este coctel, pues diariamente lo bebía en la Bodeguita del Medio. Allí un grupo de intelectuales y escritores cubanos se reunían para comer, y entre ellos estuvo Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional.
En la actualidad, este excelente trago de la coctelería cubana sigue dando la hora, pues ha logrado situarse en muchos bares del mundo. Su exquisito aroma y su sabor refrescante se han ganado un espacio entre los consumidores, a tal punto que muchos han aprendido a hacerlo en casa. Si por estos días tiene la oportunidad de tomarse uno, ¡aprovéchela! No se arrepentirá.
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