Santiago de Cuba, 21 ago.— Ciertamente, durante la etapa estival, los lápices, cuadernos y libros de textos están engavetados. Luego de diez meses de arduo trabajo, los útiles escolares también merecen un descanso. Igual sucede con estudiantes y profesores. La diferencia está en que la temporada estival tiene para las personas, atractivas opciones que enriquecen el conocimiento.
Este es el momento ideal para salir en familia. Los padres libran por unos días de las tensiones laborales y tienen tiempo para compartir con sus hijos; mientras la ciudad y sus instituciones culturales, deportivas y sociales mantienen las puertas abiertas para el disfrute.
Es entonces cuando las historias de piratas y filibusteros, son posibles conocerlas en un castillo patrimonial, te percatas que no hay que ir hasta Egipto para ver una momia, que las hazañas de intrépidos jóvenes están en las calles por donde caminas, y que la arquitectura colonial de algunas viviendas sobrevive a los casi 500 años de la ciudad.
Y por si fuera poco puedes apreciar objetos de porcelana y cristalerías de alto valor, pinturas que datan de los últimos dos siglos, autos antiguos, subir a una piedra gigante, aprender de la cultura productiva del café e imaginar cómo en los predios de La Isabelica se cultivó el grano durante el siglo XIX.
Es la oportunidad de saber al detalle en el lugar de las acciones, todo lo que sucedió aquella madrugada de la Santa Ana, mediante testimonio gráfico, documentos e incluso, vestuarios utilizados por algunos de los jóvenes asaltantes al cuartel Moncada.
Ese cúmulo de conocimientos es posible en los museos de Santiago de Cuba, instituciones, que se suman a las diversas atracciones del verano, con el propósito de transmitir la historia, cultura e identidad que guardan en sus recintos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario