Por Kenia Tabares Robles/Foto José Vladimir Pérez
Santiago de Cuba, 25 jun.— Dicen que los franceses crearon en las montañas de aquí una retaguardia cultural, durante el siglo XIX. La tesis tiene su base en las disímiles haciendas cafetaleras establecidas en la Sierra Maestra para desarrollar la producción del café, por presentar terrenos con condiciones propicias desde el punto de vista físico y natural para el cultivo y desarrollo de esta plantación. Sin embargo, más allá de sus propósitos, los galos dejaron allí una huella magistral en la música, la literatura, las danzas y la cocina.
Santiago de Cuba, 25 jun.— Dicen que los franceses crearon en las montañas de aquí una retaguardia cultural, durante el siglo XIX. La tesis tiene su base en las disímiles haciendas cafetaleras establecidas en la Sierra Maestra para desarrollar la producción del café, por presentar terrenos con condiciones propicias desde el punto de vista físico y natural para el cultivo y desarrollo de esta plantación. Sin embargo, más allá de sus propósitos, los galos dejaron allí una huella magistral en la música, la literatura, las danzas y la cocina.
Las fiestas de la Tumba Francesa,
auténtica de estos predios (vigentes aún), transformaron la vida de las
personas que vivieron allí, y hoy su legado se mantiene en las memorias
santiagueras como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Y constituyen
un aporte cultural llegado con estos inmigrantes, cuyo desarrollo en
Cuba ha influido de diversas formas en la definición de un arte cubano, y
de forma más particular aún, en el de su música.
Lo cierto es, que la élite de hacendados franceses se casaba entre familias cercanas, para mantener la estirpe y la fortuna, al decir de la arqueóloga Yaumara López Segrera, una apasionada investigadora del Paisaje Arqueológico de la Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba.
Actualmente, las ruinas de las haciendas cafetaleras constituyen un exponente que caracteriza el patrimonio arquitectónico rural del siglo XIX. Por tanto, es imposible obviar que fueron los franceses los que desarrollaron esta cultura plantacionista, y propiciaron el desarrollo y florecimiento de la economía en la región oriental del país, durante esa época.
Por ejemplo, el cafetal Fraternidad se mantuvo y se mantiene en la cultura santiaguera, no sólo por ser un elemento representativo como complejo agroindustrial, sino por su majestuosidad. Allí se filmó la novela Doña Guiomar que recuerda certeramente a Emilio Bacardi Moreau, un receptáculo importante para la comunidad de Santiago de Cuba, de ayer y de hoy.
Según la investigadora López Segrera, es común escuchar el apellido Robeaux (francés) entre los habitantes del poblado de Ramón de Las Yaguas, muy cercano a Fraternidad.
También en la ciudad las maneras francesas se pusieron de moda. Según se dice, en el puerto se hablaba tanto francés como español. Las damas de la sociedad querían vestirse, peinarse y engalanarse al estilo francés.
Los historiadores hacen alusión a la barriada del Tivolí y de cómo el aristócrata o burgués de la época, le gustaba que sus hijos aprendieran a pintar, tocar música o el idioma francés, porque era lo que estaba de moda.
Actualmente, en las montanas de la Sierra Maestra se realizan investigaciones arqueológicas en las ruinas cafetaleras, para rescatar las huellas de una cultura que llegó aquí, para quedarse.
Lo cierto es, que la élite de hacendados franceses se casaba entre familias cercanas, para mantener la estirpe y la fortuna, al decir de la arqueóloga Yaumara López Segrera, una apasionada investigadora del Paisaje Arqueológico de la Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba.
Actualmente, las ruinas de las haciendas cafetaleras constituyen un exponente que caracteriza el patrimonio arquitectónico rural del siglo XIX. Por tanto, es imposible obviar que fueron los franceses los que desarrollaron esta cultura plantacionista, y propiciaron el desarrollo y florecimiento de la economía en la región oriental del país, durante esa época.
Por ejemplo, el cafetal Fraternidad se mantuvo y se mantiene en la cultura santiaguera, no sólo por ser un elemento representativo como complejo agroindustrial, sino por su majestuosidad. Allí se filmó la novela Doña Guiomar que recuerda certeramente a Emilio Bacardi Moreau, un receptáculo importante para la comunidad de Santiago de Cuba, de ayer y de hoy.
Según la investigadora López Segrera, es común escuchar el apellido Robeaux (francés) entre los habitantes del poblado de Ramón de Las Yaguas, muy cercano a Fraternidad.
También en la ciudad las maneras francesas se pusieron de moda. Según se dice, en el puerto se hablaba tanto francés como español. Las damas de la sociedad querían vestirse, peinarse y engalanarse al estilo francés.
Los historiadores hacen alusión a la barriada del Tivolí y de cómo el aristócrata o burgués de la época, le gustaba que sus hijos aprendieran a pintar, tocar música o el idioma francés, porque era lo que estaba de moda.
Actualmente, en las montanas de la Sierra Maestra se realizan investigaciones arqueológicas en las ruinas cafetaleras, para rescatar las huellas de una cultura que llegó aquí, para quedarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario