Por Margarita Piedra Cesar
Se cumplen 82 años de aquel 6 de febrero de 1932, cuando en la barriada de Lawton, en La Habana, nació Camilo Cienfuegos Gorriarán, un hombre cuya vida alcanzó dimensión de leyenda y que a pesar de su corta existencia 27 años, su ejemplo se afirma hoy en el quehacer del presente y en la imagen del futuro de la patria nueva que él ayudó a levantar desde sus cimientos.
No vamos en esta crónica, a relatarles una biografía apologética de Camilo para argumentar lo dicho anteriormente. El Señor de la Vanguardia no la necesita, porque, como dijera Fidel, ?Él es la imagen del pueblo?, un hombre con defectos y virtudes, con penas y alegrías, como todos, pero que tuvo en la libertad de la patria una vocación e hizo de ella su principal devoción en la vida, y lo logró a costa de su propia existencia.
De Camilo Cienfuegos en estos años han escrito miles de cuartillas en periódicos y revistas, se han editado decenas de libros, en su acción y su obra se han inspirado poetas y cantores y sobre su vida, los que les conocieron han contado miles de anécdotas de sus luchas en el llano o en la Sierra, de su lealtad a Fidel, de su entrañable amistad con el Che, de su personalidad propia del cubano común como somos los que habitamos esta isla.
Ese ha sido el secreto de la permanencia de Camilo entre nosotros y así debemos verlo, no en una u otra fecha, sino siempre y rendirle el homenaje que merece del pueblo que lo escogió para situarlo en un lugar privilegiado de la historia adonde llegó, como expresara el Che, ?con golpes de audacia, con tesón, con inteligencia y con devoción?
Resulta difícil hablar de Camilo como alguien que ha muerto porque a él lo podemos ver cada día en la sonrisa de un niño, en la vitalidad de un joven, en la frente sudorosa de un obrero o un campesino, en la dignidad y heroísmo cotidiano de cada hombre o mujer de este pueblo, que aprendió de él las mejores lecciones para seguir siendo hoy, mañana y siempre, libres.
Al cumplirse hoy 6 de febrero el aniversario 82 de su natalicio recordémosle diciéndole: Vamos bien Camilo, junto a Fidel, Raúl y tu Revolución.
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