Por Aída Quintero Dip
Santiago de Cuba, 2 feb.— Noel Pérez Batista, Premio Nacional de la Radio Cubana, En el edificio de Aguilera 511 altos, donde otrora radicó la CMKC. Foto: Miguel Rubiera/AINPor las calles santiagueras anda Noel Pérez Batista, con sus lúcidos 82 años y una carga de historia a cuestas.
Su corazón palpita más rápido que de costumbre cuando se le reconoce como el hombre que convirtió la radio comercial en revolucionaria, al encadenar, por orden de Fidel Castro, la Radio Rebelde.
Testimoniante excepcional de la memorable jornada del primero de enero de 1959, al desafiar a la sangrienta tiranía y, en nombre del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), afirmar la disposición de CMKC, Radio Oriente, de dar respaldo a los rebeldes en el cerco y posible ataque a la ciudad de Santiago de Cuba.
Con 24 años entonces tuvo la osadía, rayando en la locura, de hacerlo, según admite: “Yo no evaluaba el peligro, ni pensaba que ese hecho pasaría a la historia, uno hacía las cosas porque lo sentía, quería liberar a Cuba y cuál mejor lugar que Santiago de Cuba, donde cada día aparecían jóvenes muertos.
“Y además de ser locutor de la CMKC, que tenía gran audiencia, yo era coordinador de la célula obrera del M-26-7 y asesoraba todo lo que transmitía ese órgano de difusión para contribuir, de alguna manera, a la lucha en la Sierra Maestra y el llano.
“Dígale al Comandante Fidel que la radio santiaguera está dispuesta a dar el apoyo que sea necesario, hasta las últimas consecuencias; lo dije así categórico y radical, porque conocía bien a la mayoría de los trabajadores del medio y había sido testigo de sus muchos actos conspirativos.
“Recuerdo cuando el líder rebelde llegó a CMKC y fue directo hacia la ventana a hablarles a quienes se habían congregado en los bajos de la emisora, y yo detrás con el micrófono abierto todo el tiempo. Saludó al pueblo, lo llamó a la calma y lo convidó a estar muy atento a las orientaciones”.
Noel vivió con intensidad, sin percatarse de horas ni minutos, el momento del triunfo de la Revolución, cuando tuvo el honor de cumplir todas las órdenes de Fidel, “en tiempo en el cual aún se paseaban por las calles de la ciudad los batistianos y la confusión era enorme, y también el riesgo, pero no se podía estar con medias tintas”, recalca.
Tiene palabras de elogio para dos luchadoras clandestinas que arriesgaron la vida junto a él: Josefina Tadeo e Hilda Franco, así como también otros revolucionarios, con los cuales tomó la emisora en nombre del Movimiento y siguió la transmisión y enfrentó a los guardias, pues no se dejaron intimidar ni con los tiros que impactaban contra el edificio.
Aunque se considera un aprendiz de revolucionario, nunca olvida la oportunidad en la cual al combatiente y locutor Jorge Enrique Mendoza le preguntaron qué creía de la actitud de Noel el Primero de Enero, y contestó: “Primero se jugó la vida, y luego protagonizó un gesto histórico, realmente heroico”.
Este hombre afortunado simboliza la voz de la Revolución junto a colegas muy conocidos de Radio Rebelde como Orestes Varela, Violeta Casal, Miguel Bofill y otros, y se le considera el locutor que se atrevió a hablar con Fidel en peligrosas circunstancias a expensas de que lo mataran, con el mérito adicional de haber cumplido todas sus órdenes.
“Me di cuenta desde entonces del tamaño, de la grandeza de Fidel, quien creció ante mí con su discurso, o más bien conversación, con el pueblo santiaguero en el Parque Céspedes, el primero de enero de 1959, con los barbudos como custodia y testigo, y una euforia que apenas lo dejaba hablar por los aplausos”.
Atesora anécdotas de aquellos días, por ejemplo, su primer reencuentro con el Comandante en Jefe, quien lo miraba de arriba abajo, evidentemente, reconociéndolo en una ocasión en que lo presentó como orador en un aniversario de la muerte de Frank País.
Allí se hallaban Haydée Santamaría y Vilma Espín, con la cual había conspirado desde el 30 de noviembre de 1956.
El Premio Nacional de la Radio Cubana vive ahora el raro privilegio de sentir la trascendencia del acontecimiento del que fue protagonista hace 55 años, con la misma emoción de la primera vez.
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