Por Armando Fernández Martí
Entre el 6 y el 8 de diciembre próximo será celebrado en La Habana, el Primer Seminario Juvenil Machista, en el que participarán niños, adolescentes y jóvenes cubanos y extranjeros de hasta 35 años, con el propósito de que estos se acerquen al ejemplo de la familia Maceo-Grajales y sobre todo, a la acción y el pensamiento del Titán de Bronce, al cumplirse el día 7 de este mes el aniversario 116 de su muerte en combate.
Y que bien que la juventud cubana se empeñe en conocer más sobre la vida del Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo Grajales, un mulato humilde y campesino, que desde que se incorporó a la primera gesta libertadora el 14 de octubre de 1868, hasta su muerte el 7 de diciembre de 1896, nunca dejó de luchar por dos objetivos supremos: la independencia de la patria y la justicia social para su pueblo.
Al General Antonio no podemos verlo como uno de esos dioses mitológicos de la guerra e inmortal. El fue como otro hombre cualquiera, aunque si dotado de una inteligencia natural para el combate que lo convirtió en un extraordinario estratega militar y porque además, sobresalió en valentía y eso lo hizo superior a los demás soldados de su época.
Antonio Maceo se fue ganando machete en mano sus grados militares en la manigua cubana hasta escalar la más alta posición después de Máximo Gómez, que era el General en Jefe. Muy pocos generales en el mundo tuvieron un origen tan humilde y en poco tiempo alcanzaron esa categoría sin pasar por escuelas y academias y quizás, ninguno haya exhibido en su cuerpo 27 heridas en combate, como las tenía el Titán de Bronce.
Durante la primera guerra de independencia Maceo se convirtió en el arquetipo de la combatividad inquebrantable y símbolo supremo de la disciplina. Ninguno de sus soldados pudo nunca decir que el General cubano quedó atrás en la pelea y nunca nadie pudo vincularlo a ninguno de los bochornosos errores que condujeron a la firma de la trágica paz sin independencia del Pacto del Zanjón.
De ahí que un mes después de firmado el Pacto la rebeldía estalló en Mangos de Baraguá, en la célebre entrevista entre los Generales Arsenio Martínez Campos y Antonio Maceo Grajales, en representación de ambos bandos contendientes.
Y fue allí, el 15 de marzo de 1878, donde el General mulato, espejo y latido de las capas más humildes de la sociedad cubana de la época, agregó a su legendaria vida de soldado de la Patria la de defensor del interés político y revolucionario de su pueblo, donde también ocupó la vanguardia.
El General Antonio, como expresara José Martí: "tenía tanta fuerza en la mente, como en el brazo para esgrimir el machete".
Es por eso, que la juventud cubana tiene que tener también el compromiso ineludible de estudiar el pensamiento político del General Antonio Maceo, para comprender que bien podíamos llamarle el Titán de las Ideas.
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