Autor.Oscar: Sánchez Serra
"Santiago conmueve, parece una ciudad bombardeada. Pero vamos a salir de esto. Ustedes son gente aguerrida", afirmó el compañero Raúl, en octubre 29 del pasado año, al recorrer la provincia azotada el 25 de ese mes por el devastador huracán Sandy.
Conocedor profundo de Santiago de Cuba y de los santiagueros y santiagueras, también les expresó: "Ha sido duro, pero Santiago es Santiago, ha resistido vendavales y guerras de todo tipo, también vencerá este ¡hay que resistir!".
Le respondieron con un aplauso cerrado, cual convocatoria al combate para revertir aquellos daños. Hoy 25 de abril, exactamente seis meses después de la embestida de los vientos, las palabras del General de Ejército continúan presidiendo la batalla por hacer un Santiago más bello, y van venciendo.
Lo primero que llama la atención e impresiona al llegar a la cuna de la Revolución, es encontrarse con una ciudad limpia y ordenada, lo cual se combina en química perfecta con sus colores y ritmos musicales. La alegría y el coraje del santiaguero habitan en una misma anatomía, y los exhiben como unos de los más bellos rasgos de cubanía, de identidad nacional.
Pasear sus calles y encontrarlas preñadas de comercios y servicios gastronómicos variados, bien en céntricas avenidas como la Alameda del Puerto o Garzón, o en zonas más alejadas como la popular barriada de Los Olmos, que hospeda al Turey, un centro nocturno, no solo rescatado del meteoro, sino de la ruina constructiva y social en que se había convertido, para entregarlo a la recreación de los jóvenes, también impresiona.
Llegar a un CDR de la zona 36, en el Consejo Popular Flores, y no escuchar las palabras ciclón ni huracán y sí pedidos de que "hace falta que el periódico hable más de los cederistas que estamos en Congreso" u oír a la maestra de la escuela sobre los valores que debemos promover o de las Mesas Redondas que allí en el barrio protagonizan los niños sobre diversos temas de la sociedad cubana, hacen que se respire la Revolución en la calle.
Impresiona sí, y no porque no estemos acostumbrados a ver a este pueblo erguirse ante las dificultades, pues pruebas ha dado suficientes, sino porque todavía está fresco en la memoria que el evento meteorológico dejó en solo unas horas seis millones de metros cúbicos de escombros en la urbe oriental, que al año genera solo un millón de esos desechos sólidos, o que allí hay más de 50 mil viviendas sin techos y otras que perdieron una parte de él, para las cuales se precisan seis millones de metros cuadrados de esa superficie para cubrir todas las moradas dañadas.
Ir al barrio de San Pedrito y apreciar lo que todavía queda en la comunidad de pequeñas y endebles casuchas, pero también al San Pedrito que poco a poco se levanta nuevo y bonito, es traducir en hechos, la máxima revolucionaria de que nadie quedará desamparado.
La Casa de la Trova Pepe Sánchez, la Plaza de Marte con su gente hablando de pelota y una rica vida social, el parque Céspedes hospedando lo más emblemático de la ciudad, congas, boleros o al Beny santiaguero, el esplendor y sabor del Coppelia de Enramada, o el Club Náutico de la Alameda, rodeado de áreas deportivas, son algunos de los puntos de una ciudad que vibra, se levanta día a día.
¿Y cómo lo han logrado? La respuesta ya la dio Manuel Navarro Luna, cuando escribió en 1957: ¡Es Santiago de Cuba! ¡No os asombréis de nada!
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