Autor :Karina Sotomayor Otero
Fue un concierto de intimidades el que ofreció el cantautor Eduardo Sosa
en la Sala de Conciertos Dolores. En una suerte de corriente guajira,
el artista recordó sus orígenes y agradeció a Sara González por su
ayuda y amistad eternas. Con la presencia de Eduardo Sosa en la tierra
de Pepe Sánchez, se adelantaron noticias de la centenaria trova y su
antiguo festival.
Es un retoño de monte que viajó a la ciudad
pero no arrancó las raíces de su cuna. Eduardo Sosa es un artista que
conversa con la música a puertas abiertas y más allá del talento
demuestra sencillez.
La sala de conciertos fue cómplice de la
intimidad y conocimos sin importar nombres, a la abuela que le enseñó a
Eduardo sus primeras canciones. Llegó “Susto, flor y colibrí” una vez
más para abrazar la memoria de Sara González y el tema “Mañanita de
montañas” se le adelantó al disco que bautiza.
De la vida
bohemia y de la tierra conoce a William Vivanco y el compartir algunas
piezas fue de buena aceptación. Acordes trovadorescos y sones montunos
le pusieron alfombra roja a un Festival que del 19 al 24 de marzo traerá
a Santiago más juglares y canciones: “Este año vuelve como siempre
debió llamarse y como lo que es, El festival Internacional de la Trova.
Lo dedicaremos fundamentalmente a los 130 años del bolero “Tristeza” de
Pepe Sánchez y ya nos confirmaron artistas como Pepe Ordaz: tenemos dos
sorpresas que quisiera antes confirmar antes de suscitar falsas
expectativas”, comento el también Presidente del Comité Organizador del
festival trovadoresco
Sosa también compartió algunos boleros y al
cantar dio lecciones a otros retoños de monte que conquistan y olvidan
orígenes. Una descarga que necesitaba Santiago de Cuba para agradecer a
sus ancestros por tanta suerte musical.
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