Autor :Brita Garcia Alberteris
Cuando el deber llama a la puerta en ocasiones no queremos atender.
La ama de casa, envuelta en los quehaceres, olvida que esa persona
cumple con deberes personales y sociales. El trabajo como gratificación y
la contribución al bienestar social.
No todos asumen con debida
responsabilidad la necesidad de buscar el resquicio de desastre donde
descuidamos ese preciso lugar que luego pudiera convertirse en un foco.
Esperan a aquellos que, con una cucharada de abate y una pregunta
constante: ¿tiene vasitos con agua?; intentan cada día convertir su
trabajo en la faena permanente de disminuir la presencia del vector, sin
darse cuenta que nosotros también tenemos que poner nuestro granito de
arena con el auto focal.Lo que pudiera constituir una molestia
cuando debemos salir de la casa durante cuarenta y cinco minutos para la
fumigación, es solo un pequeño esfuerzo que debemos hacer en medio de
la vorágine de actividad, que realizan los integrantes de la brigada
contra el Aedes Aegypty.
Otros, vestidos de batas blancas,
cuestionan en busca de causales. La presencia de fiebre y enfermedades
diarreicas son la preocupación de médicos y estudiantes de medicina, que
cada día asisten a los hogares.
Es nuestro deber, abrir la puerta amablemente y responder respetuosos al llamado social, que en cada jornada debe cumplirse.
Su
salud es parte indispensable del bienestar de nuestro pueblo. Todos
estamos expuestos a contagiarnos, pero todos también podemos disminuir
los riesgos.
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