Autor : PL
Desde que triunfó la Revolución el Primero de Enero de 1959, jamás ha
habido en Cuba un solo caso de asesinato, tortura o ejecución
extrajudicial; jamás ha habido un "escuadrón de la muerte" ni una
"Operación Cóndor". Cuba tiene una ejecutoria meritoria e intachable en
la protección del derecho a la vida, el principal de los derechos
humanos, incluso mediante cooperación altruista fuera de sus fronteras.
Ello
es resultado de una Revolución que ha puesto como prioridad el
bienestar de la población, en un clima de equidad y justicia social.
Es
este pequeño país el que por más de 50 años ha sufrido el perenne y
grosero ataque de la potencia económica más poderosa del planeta.
Resulta arcaica, fuera de contexto, ridícula, la agresiva política de
Estados Unidos contra Cuba, la cual tiene el mismo objetivo desde hace
cinco décadas: derrocar al gobierno revolucionario y devolver a este
país a la dependencia de las fauces imperiales.
Para conseguirlo,
11 gobiernos norteamericanos han empleado diversas fórmulas, sin
importarles el más mínimo respeto por la soberanía e integridad física
de todo un pueblo.
Tras el fin de eliminar a la Revolución
Cubana, Estados Unidos primero estableció su criminal política de
Terrorismo de Estado, que provocó tres mil 478 muertos y dos mil 99
discapacitados, y luego con el bloqueo económico Estados Unidos lo que
ha pretendido es matar por hambre y enfermedades al pueblo de Cuba.
"La
mayoría de los cubanos apoyan a Castro (... ) No existe una oposición
política efectiva (... ) El único modo efectivo para hacerle perder el
apoyo interno (al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento
mediante la insatisfacción económica y la penuria (... ) Hay que poner
en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida
económica (... ) negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de
reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar
hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno".
Ese fue
el memorando que en 1960, Lester Mallory, subsecretario adjunto de
Estado para los Asuntos Interamericanos le enviara a Roy R. Rubottom
Jr., entonces subsecretario de Estado. Desde ese momento no ha cambiado
nada, el violador se ha hecho más violador.
Como no podía, ni
podrá doblegarnos —la historia se ha encargado de demostrárselo
fielmente—, una verdadera parafernalia de bandos y enajenaciones
legislativas, han hecho al imperio, también ante los ojos del mundo
entero, pasar por encima del derecho internacional, incluso de los
derechos de sus propios ciudadanos, como es la prohibición de viajar a
Cuba.
Fieles ejemplos fueron la Ley Torricelli o Acta de 1992, la
Ley Helms Burton de 1996, y el Informe de la Comisión de Ayuda a una
Cuba Libre, de mayo del 2006, un panfleto al más puro estilo colonial de
más de 450 páginas de agresiones e irrespeto por los derechos de la
especie humana, con el sello fascista de la administración de George W.
Bush.
El bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, es hoy uno de los
ejemplos más nítidos y al propio tiempo de los más crueles, de
violación de los derechos humanos en el mundo. Niega la posibilidad de
salvar una vida, al impedir la importación de medicamentos para
patologías muy específicas, trunca la adquisición de alimentos, pero
además, no lo hace de forma bilateral, pretende obligar al mundo a la
misma política, pues quien negocie con Cuba es sancionado por la
Torricelli y juzgado por la Helms Burton, dos engendros jurídicos que
codificaron esa manera de actuar.
La Convención contra el
Genocidio de 1948, en su artículo 2, inciso b, tipifica como acto de
genocidio "la lesión grave a la integridad física o mental de los
miembros del grupo" y en su inciso c, "el sometimiento intencional del
grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
física, total o parcial". Cualquier coincidencia con Mallory,
Torricelli, Helms Burton o Bush, no es casualidad.
Cuba, la
agredida, no ha dejado de proponerle al gobierno que le viola sus
derechos, sentarse a dialogar. Lo ha hecho, por ejemplo, desde la misma
primera presentación en Naciones Unidas de la Resolución que pide la
necesidad de poner fin al bloqueo, y que ha sido aprobada por la
Asamblea General de la ONU desde hace más de 20 años. Se viene
proponiendo, además, desde hace muchos años, con la callada por
respuesta.
Lo vergonzante de esta historia es que el victimario
usa ahora el pretexto del tema de los derechos humanos para sostener su
genocida política contra nuestro país, después de agotársele todos los
pretextos que invocaron con la Guerra Fría, el movimiento insurgente en
América Latina, el Internacionalismo cubano en África y otras partes del
mundo.
Más de cincuenta años de bloqueo de Estados Unidos contra
Cuba significan la más larga y cruel historia de irrespeto por los
derechos humanos. Ponerle fin está en las manos del Presidente de esa
nación, solo tiene que escuchar a sus conciudadanos, al mundo y cumplir
con lo que él mismo dijo en el 2009 desde el podio de la Asamblea
General de la ONU, dirigiéndose a todo el planeta: "El Derecho
Internacional no es una promesa vacía (...) Ninguna nación puede tratar
de dominar a otra nación".
No hay comentarios:
Publicar un comentario