Autor: Yulia Nela González Bazán
Dicen que no hubo fiestas en el los días finales del año 1958 en la
antigua capital de Oriente. Todo el pueblo se mantenía en sus casas a la
expectativa de los acontecimientos: Santiago de Cuba protagonizaba la
guerra contra la tiranía.
El éxito era inminente, todos se
preparaban para librar la batalla decisiva. Ya los pueblos de la carrera
central desde la ciudad de Bayamo hasta Santiago de Cuba habían sido
liberados. El cerco a la ciudad era potente e impenetrable. El BANFAIC,
último reducto de la tiranía por estos lares caía el 30 de diciembre y
el triunfo era ya inminente.
Así se vivieron las últimas jornadas
del mes de diciembre de 1958. A la mañana del año nuevo una noticia
estremecía los cimientos de la nación misma: La Victoria.
Mientras
tanto, Fidel se mantenía en El Escandel, situado en las afueras de la
ciudad de Santiago de Cuba. Allí se entrevistó con el Coronel Rego
Rubido, Jefe de la guarnición del Cuartel Moncada. A su regreso el alto
oficial estuvo acompañado por Raúl Castro quien le habló a las tropas
que se encontraban en la fortaleza y logró la rendición de las mismas.
En
horas de la noche de este primer día del año 1959 Fidel entraba a
Santiago de Cuba comandando las tropas del Ejército Rebelde. Y justo
desde el balcón del edificio de gobierno situado frente al parque
Céspedes proclamaba la victoria sobre las tropas del tirano.
Todo
el pueblo salió a las calles a compartir con los combatientes, el
júbilo era total. La ciudad de Maceo, de Martí, de Frank y de tantos
otros celebraba y honraba la sangre derramada. Por fin Cuba era libre de
la opresión y de la injusticia. Ya los cubanos se adentraban en el
camino de la libertad.
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