Autor :Brita Garcia Alberteris
Los pulmones de la ciudad de Santiago de Cuba fueron derribados con un
machete, cortados de raíz o quemados por lanza llamas de guerra. Esa es
la descripción más idónea que puede dársele a lo sucedido con los
árboles de la Ciudad Héroe después del paso del Huracán Sandy.
Verlos
destruidos, arrancados de raíz por fuerzas que la naturaleza crea
indiscriminadamente, son pasiones despertadas dentro de cada ser humano
que habita en esta ciudad.
La recuperación es lenta, paulatina.
Las brigadas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias con machetes y
sierras eléctricas han cortado y podado cada rama y cada tronco que en
las calles obstruyen el paso. Así Coral Vásquez pudo quitar los tres
árboles que cayeron sobre su casa.
Los árboles en la ciudad se
convirtieron en destructores y en algunos casos protectores.
Destructores porque tumbaron todo el tendido eléctrico en las calles y
los barrios y protectores porque Coral mantuvo las tejas de su techumbre
gracias a las ramas de las dos caobas que cayeron sobre su techo.
Las
paredes de la casa de Coral están en peligro de derrumbe y la angustia
mantenida desde el día del ciclón no desparecerá hasta que la calma
retorne a la ciudad, arrasada por el huracán Sandy, que vino como un
leñador a ensañarse con Santiago de Cuba.
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