Tomado de Granma Digital
Por la segunda independencia
En Colombia,
Cartagena de Indias, quedó demostrado que hay un abismo creciente entre
"Nuestra América" martiana y "el Norte revuelto y brutal que nos
desprecia". Allí se produjo una rebelión de la América Latina y el
Caribe contra la imposición de "un gobierno y medio", que ejercía un
veto imperial a los párrafos del proyecto de Declaración Final de la
llamada Cumbre de las Américas que reclamaban el cese del bloqueo y la
exclusión de Cuba de los eventos hemisféricos.
Desde la anterior
Cumbre del 2009 se disiparon las ilusiones sobre la política del
presidente Obama, se abrió una brecha entre sus discursos y sus actos,
no hubo mayor cambio en la política hacia América Latina y el Caribe, el
bloqueo a Cuba continuó e, incluso, se endureció en el sector
financiero, pese a la condena internacional y el voto abrumador de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de "provocar
hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno" lo que ahora se
conoce como "cambio de régimen".
El ALBA se reunió el 4 de
febrero pasado, en Caracas, en ocasión de conmemorar la heroica Rebelión
Cívico-Militar de 1992, adoptó una Declaración sobre la Soberanía
Argentina de las Malvinas, otra sobre el bloqueo y consideró injusta e
inaceptable la imposición de la exclusión de Cuba de estos eventos. El
presidente Correa afirmó resueltamente que de no resolverse esta
cuestión, Ecuador no asistiría a la Cumbre de Cartagena, lo que sacudió a
la región. Esa valiente posición fue el preludio de lo ocurrido.
El
presidente Raúl Castro Ruz dijo allí: "Yo quiero agradecer a Ustedes,
presidente Correa, a Evo y a todos Ustedes estos planteamientos... Es un
tema de vital importancia, tienen toda la razón. Nosotros jamás hemos
reclamado que se tome una medida como esa, pero no por eso vamos a dejar
de apoyar esta que consideramos muy justa".
El presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, quien nos visitó, de manera respetuosa, y
recibió como respuesta del presidente Raúl Castro Ruz que Cuba, en caso
de ser invitada a la Cumbre, asistiría, como siempre, con todo respeto,
apego a los principios y a la verdad, tuvo el mérito de introducir
directamente el tema del bloqueo y la exclusión de Cuba.
El
presidente Evo Morales, que había sido el primero en cuestionar dicha
Cumbre en la reunión de febrero del ALBA en Caracas, dio la batalla en
Cartagena y afirmó "estamos en una etapa de desintegración. No es
posible que un país pueda vetar la presencia de Cuba, por tanto, no hay
integración y con la ausencia de Ecuador, como una ausencia justa en
protesta al veto de Estados Unidos hacia Cuba, ¿de qué integración
podemos hablar?".
El presidente Chávez, el 13 de abril pasado,
exclamó "ahora, en verdad, si estos dos gobiernos, Estados Unidos y
Canadá, se niegan a discutir temas tan profundamente consustanciados con
el ser de la América Latina y el Caribe, como el tema de Cuba, de la
hermana Cuba, de la solidaria Cuba, o el tema de las Islas Malvinas,
¿para qué más Cumbres de las Américas entonces?; habría que acabar con
esas Cumbres. Antes, había escrito: "Clamamos, igualmente, por el fin
del vergonzoso y criminal bloqueo a
la hermana República de Cuba:
bloqueo que, desde hace más de 50 años, ejerce el imperio, con crueldad
y sevicia, contra el heroico pueblo de José Martí".
Daniel
Ortega, en masivo y juvenil acto de solidaridad con Cuba, el 14 de
abril, en Managua planteó: "yo creo que es el momento del gobierno de
los Estados Unidos para escuchar a todas las naciones latinoamericanas
de las más diversas ideologías, de los más diversos pensamientos
políticos; desde los pensamientos más conservadores hasta los
pensamientos más revolucionarios, pero ahí están todos coincidiendo en
que Cuba tiene que estar presente en estas reuniones o no habrá próximas
Cumbres llamadas o mal llamadas de las Américas".
Resultó
impresionante la sólida postura unitaria de Nuestra América en torno al
bloqueo, la exclusión de Cuba y a las Malvinas. Fue esencial la firmeza y
la dignidad de la Presidenta de Argentina en la defensa enérgica de
esas causas.
Nos sentimos orgullosos cuando la presidenta de
Brasil, Dilma Rousseff defendió con serena dignidad ante Obama, que la
Patria Grande solo puede ser tratada como igual y confirmó la postura
común en apoyo a Argentina y a Cuba.
Los líderes de los países
del Caribe mostraron la solidez de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y
que esta y la América Latina son igualmente indivisibles. Su defensa de
la soberanía argentina de las Malvinas y su tradicional y categórico
respaldo a Cuba fue trascendental.
Las fuerzas de izquierda, los
movimientos populares, las organizaciones sindicales, juveniles y
estudiantiles, las organizaciones no gubernamentales reunidas todas en
el Congreso de los Pueblos, en Cartagena, expresaron emotiva solidaridad
con Cuba. La Reunión Interparlamentaria de las Américas adoptó una
condena a la exclusión y el bloqueo a nuestro país.
Estados
Unidos subestimó que el 2 de diciembre del 2011, en Caracas, en el
Bicentenario de la Independencia, bajo el liderazgo de Chávez, en el 55
aniversario del Desembarco del Granma, había nacido la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), lo que el líder de la
Revolución Fidel Castro Ruz anticipó en febrero del 2010, al escribir
que "ningún otro hecho institucional de nuestro hemisferio, durante el
último siglo, refleja similar trascendencia".
Cuando se eligió en
esa primera Cumbre a Cuba, como Presidente de la CELAC en el 2013, el
General de Ejército Raúl Castro Ruz declaró: "con las decisiones que
aquí adoptamos y con el trabajo conjunto de los últimos tres años,
reivindicamos más de dos siglos de luchas y esperanzas. Llegar tan lejos
nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio. Las
metrópolis coloniales de antaño y las potencias imperiales de hoy han
sido enemigas de este empeño".
Obama tampoco parece entender el
significado de la victoria bolivariana del 13 de abril del 2002 ni de
que, precisamente ahora, se cumplen diez años del golpe de estado
organizado por su predecesor, con el apoyo de la OEA y del gobierno
español de Aznar, contra el presidente Hugo Chávez, con el que se
pretendió aniquilar a la Revolución Bolivariana y asesinar a su líder.
Como le recordó el canciller venezolano Nicolás Maduro, mirándole a los
ojos, en memorable discurso en la Cumbre de Cartagena, el gobierno
norteamericano persiste en la conducta de intervenir en los asuntos
internos de Venezuela y de apoyar a los golpistas convertidos ahora en
candidatos electorales.
El presidente Obama debería percatarse de
que la Cumbre de Cartagena no fue propicia para aconsejar democracia a
Cuba. Menos si quien pretendió hacerlo estuvo allí totalmente aislado,
obligado a ejercer un veto imperial por falta de ideas y de autoridad
política y moral; se dedica a la demagogia, en camino a unas elecciones
escabrosas.
Mejor, debiera ocuparse de sus guerras, crisis y politiquería, que de Cuba, nos ocupamos los cubanos.
Estados
Unidos nunca quiso debatir acerca de las terribles consecuencias para
América Latina y el Caribe del neoliberalismo ni sobre los inmigrantes
en Estados Unidos y Europa separados de sus familias, retornados
cruelmente o asesinados en muros como el del Río Bravo. Tampoco aceptó
jamás hablar de los pobres que son la mitad de la Humanidad.
El
imperio y las otrora metrópolis coloniales no escuchan a los
"indignados", a sus ciudadanos y minorías que viven en la pobreza en
esas sociedades opulentas, mientras salvan con sumas exorbitantes a
banqueros corruptos y a especuladores. En la superpotencia, el 10% de
las familias controlan el 80% de la riqueza. Esos recursos son
suficientes para resolver los problemas del planeta.
Lo nuevo en
Cartagena es que buena parte de los gobiernos, con naturales diferencias
y distintos enfoques, demandaron un modelo alternativo que privilegie
la solidaridad y la complementariedad frente a la competencia fundada en
el egoísmo; procure la armonía con la naturaleza y no el saqueo de los
recursos naturales ni el consumismo desenfrenado. Pidieron que se
asegure la diversidad cultural y no la imposición de valores y estilos
de vida ajenos a nuestros pueblos; que se consolide la paz y se rechacen
las guerras y la militarización.
Hicieron un llamado a recuperar
la condición humana de nuestras sociedades y a construir un mundo donde
se reconozca y respete la pluralidad de ideas y modelos, la
participación democrática de la sociedad en los asuntos de gobierno,
incluida la consulta de las políticas económicas y monetarias; se
combatan el analfabetismo, la mortalidad infantil y materna, las
enfermedades curables. Se reclamó el acceso tanto a la información libre
y veraz como al agua potable; se reconoció la exclusión social y que
los derechos humanos son para el ejercicio de todos y no para usarlos
como arma política de los poderosos.
El gobierno de Estados
Unidos esta vez tuvo que escuchar, no una voz casi única como fue
durante décadas, ni una escasa minoría hasta hace poco. Ahora, fueron
mayoría los pueblos que hablaron en la Cumbre por boca de sus
Presidentes y Jefes de Delegaciones para dar este debate imprescindible,
o a través de la actitud de los que no fueron. La Cumbre tuvo que ser
censurada porque el imperio escucha con oídos sordos.
En
Cartagena, quedó al desnudo la Doctrina Monroe de "América para los
(norte) americanos". Como si nadie recordara el engaño de la Alianza
Para el Progreso, en 1961, y de la Iniciativa Para las Américas o ALCA,
en 1994; han querido timarnos ahora con la "Alianza Igualitaria".
Como
predijo, en un evento internacional en la misma Cartagena, el 14 de
junio de 1994, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz las llamadas
Cumbres de las Américas sólo han beneficiado al Norte.
José
Martí, cuando juzgó una reunión similar, en Washington, hace 105 años,
escribió: "después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y
factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado
para la América española la hora de declarar su segunda independencia".
Durante
el propio evento, el ALBA hizo oficial y público que, sin un cambio
radical de la naturaleza de estas Cumbres, no asistirá más. Otros
líderes continentales, también lo han advertido.
De la OEA, ese cadáver insepulto, ni hay que hablar.
A
la República Argentina le asiste el derecho inalienable de soberanía
sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los
espacios marítimos circundantes.
Cuba recuerda que la Patria
Grande no estará completa hasta que el hermano pueblo puertorriqueño
ejerza su derecho inalienable a la autodeterminación y Puerto Rico, esa
nación latinoamericana y caribeña, sometida por Estados Unidos al
colonialismo, alcance su plena independencia.
Con un sólido
consenso de soberanía regional y defensa de nuestra cultura, dentro de
nuestra rica diversidad; con casi 600 millones de habitantes; con
enormes recursos naturales; Nuestra América tiene una oportunidad para
resolver los graves problemas de extrema desigualdad en la distribución
de la riqueza y puede, con su fuerza ya evidente, contribuir al
"equilibrio del mundo", a la defensa de la paz y a la preservación de la
especie humana.
Para ello, frente a los intentos de dividirnos y descarrilarnos que otra vez vendrán, necesitará mantenerse unida.
Nadie
olvide en el Norte, que hace 51 años, el pueblo cubano defendía ya, a
estas mismas horas, una Revolución Socialista en las arenas
ensangrentadas de Playa Girón, y que, desde entonces, "todos los pueblos
de América fueron un poco más libres".
La Habana, 18 de abril del 2012
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