Por AIN
En el macizo de la Sierra Maestra, a 650 metros sobre el nivel del mar, las comunidades de Santa María del Loreto y El Triunfo reciben un servicio eléctrico de alta calidad, ininterrumpido y estable.
Mediante la tecnología fotovoltaica importantes objetivos económicos y sociales son electrificados allí, lo que ha favorecido una superior calidad de vida en sus habitantes, creación de nuevas fuentes de ingreso, mejorías en los servicios y mayores posibilidades de superación profesional.
Adis Álvarez, residente en la primera de esas comunidades desde hace 20 años, recuerda que antes solo contaban con planta de petróleo que funcionaba hasta las ocho de la noche, y luego de la puesta del sol había que acostarse a dormir.
Orgullosa por los beneficios que hoy tiene, evoca también las madrugadas en que su hija enfermaba y tenía que alumbrarse con mechones para bajarle la fiebre, perdía clases y se aburría todo el tiempo en que debía estar de reposo.
Sin embargo, ya tengo luz todo el tiempo, veo televisión hasta la hora que quiera y la niña aprende con las teleclases cuando no puede ir a la escuela, pongo música hasta tarde y los fines de semana compartimos entre vecinos un rato, enfatizó.
Santa María del Loreto poseía un grupo electrógeno Diesel que trabajaba solamente cuatro horas diarias con un servicio irregular e insostenible, para satisfacer una demanda de unas dos luminarias promedio por vivienda, y donde existían seis radios, ocho televisores y dos refrigeradores domésticos.
La instalación en el año 1997 de la Central Fotovoltaica por el Centro de Investigaciones de Energía Solar (CIES), con el interés de fomentar el desarrollo social de la zona, constituyó la primera experiencia a escala media en las condiciones climáticas de Cuba.
José Emilio Camejo, investigador de esa institución, señaló que allí funciona una central fotovoltaica con una potencia de generación de 16 kilowatt-pico, y dos inversores de cuatro kilowatt cada uno que convierten la corriente directa en alterna.
El proyecto muestra grandes impactos también en la economía cubana, pues se ha logrado un ahorro superior a las 260 toneladas de petróleo y otros lubricantes, además de constituir un aporte al cuidado y protección del medio ambiente.
La tecnología se concibió con el fin de llevar el fluido eléctrico hasta las comunidades montañosas, de difícil acceso para el Sistema Electroenergético Nacional, y comenzó por el poblado serrano El Mulato, ubicado en la costa oeste de Santiago de Cuba.
Desde entonces, decenas de instalaciones fueron ejecutadas por el CIES, y como resultado, los sistemas fotovoltaicos se convirtieron en la opción más importante para la electrificación de los objetivos económicos y sociales aislados.
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