Santiago de Cuba, 10 dic.— A partir del talento que apreciamos cada día en los niños, podemos decir que la continuidad del canto coral en Cuba, y en particular en Santiago de Cuba, está garantizada, dijo hoy en esta ciudad, la Maestra Magalis Sánchez, directora del coro Madrigalista.
Sánchez, quien participa en la edición
32 del Festival Internacional de Coros Electo Silva In Memoriam,
significó a la prensa la calidad y entrega del movimiento coral infantil
en esta urbe, que es dirigido por ella y da secuencia al especial
interés que prestó su maestro, Electo Silva, a la formación de las
nuevas generaciones de cantores.
Santiago es una ciudad que canta, y muestra de ello es la calidad vocal con la que llegan los niños interesados en integrar las cantorías, comentó Sánchez, que desde el 2004 está al frente del coro Madrigalista, el primer orfeón profesional creado en Cuba, con 62 años de existencia.
Muchos de los jóvenes que hoy integran el Madrigalista estuvieron en las cantorías infantiles, y demuestran con sus talentos la importancia de la formación coral desde edades tempranas, refirió, al tiempo que manifestó la necesidad de consolidar la preparación académica para el canto coral, a veces relegado ante otros formatos y estilos sonoros.
Fundado en 1955 en la Universidad de Oriente, de esta ciudad, el coro Madrigalista tiene un amplio y variado repertorio, que incluye obras de diversos géneros de los pentagramas musicales cubano y universal, de los que ha tomado piezas clásicas y otras, no tan reconocidas, para darles un matiz singular en un magistral acople de voces, aplaudido en otros países.
En los últimos años, ese orfeón ha fomentado la entrega de temas de la música popular cubana, una vertiente interpretativa que ha gozado de la aceptación de un público fiel que lo sigue en sus habituales presentaciones en la sala de conciertos Dolores, de esta urbe, y en otros espacios, incluidas comunidades.
Además del placer que representa cantar las sonoridades populares, que son muy ricas, otra de las motivaciones para hacerlo es el propósito de fomentar la apreciación del canto coral en un auditorio que quizás no ve tan cercana una obra de la música sacra, pero sí una canción popular bailable, explicó Sánchez.
El baile del buey cansao, del fallecido compositor cubano Juan Formell y popularizado por su orquesta, Los Van Van, así como La choza de Chacho y Chicha, del cantautor Tony Ávila, entre otros títulos, han deleitado a diversos tipos de público que, amén de su formación para una avezada apreciación estética, reconocen la calidad y originalidad del coro.
Actualmente ese orfeón cuenta con 27 cantores y dos coros infantiles con unos 50 miembros, que con las enseñanzas de Magalis Sánchez y el ejemplo de sus otros discípulos, se forman y dan continuidad a la tradición coral en la ciudad santiaguera, reconocida mundialmente también como la cuna de la trova, el son y el bolero.
Junto a casi una treintena de conjuntos vocales, desde el seis de diciembre último el Madrigalista ha ofrecido su arte en la edición 32 del Festival Internacional de Coros, que concluirá hoy.
Santiago es una ciudad que canta, y muestra de ello es la calidad vocal con la que llegan los niños interesados en integrar las cantorías, comentó Sánchez, que desde el 2004 está al frente del coro Madrigalista, el primer orfeón profesional creado en Cuba, con 62 años de existencia.
Muchos de los jóvenes que hoy integran el Madrigalista estuvieron en las cantorías infantiles, y demuestran con sus talentos la importancia de la formación coral desde edades tempranas, refirió, al tiempo que manifestó la necesidad de consolidar la preparación académica para el canto coral, a veces relegado ante otros formatos y estilos sonoros.
Fundado en 1955 en la Universidad de Oriente, de esta ciudad, el coro Madrigalista tiene un amplio y variado repertorio, que incluye obras de diversos géneros de los pentagramas musicales cubano y universal, de los que ha tomado piezas clásicas y otras, no tan reconocidas, para darles un matiz singular en un magistral acople de voces, aplaudido en otros países.
En los últimos años, ese orfeón ha fomentado la entrega de temas de la música popular cubana, una vertiente interpretativa que ha gozado de la aceptación de un público fiel que lo sigue en sus habituales presentaciones en la sala de conciertos Dolores, de esta urbe, y en otros espacios, incluidas comunidades.
Además del placer que representa cantar las sonoridades populares, que son muy ricas, otra de las motivaciones para hacerlo es el propósito de fomentar la apreciación del canto coral en un auditorio que quizás no ve tan cercana una obra de la música sacra, pero sí una canción popular bailable, explicó Sánchez.
El baile del buey cansao, del fallecido compositor cubano Juan Formell y popularizado por su orquesta, Los Van Van, así como La choza de Chacho y Chicha, del cantautor Tony Ávila, entre otros títulos, han deleitado a diversos tipos de público que, amén de su formación para una avezada apreciación estética, reconocen la calidad y originalidad del coro.
Actualmente ese orfeón cuenta con 27 cantores y dos coros infantiles con unos 50 miembros, que con las enseñanzas de Magalis Sánchez y el ejemplo de sus otros discípulos, se forman y dan continuidad a la tradición coral en la ciudad santiaguera, reconocida mundialmente también como la cuna de la trova, el son y el bolero.
Junto a casi una treintena de conjuntos vocales, desde el seis de diciembre último el Madrigalista ha ofrecido su arte en la edición 32 del Festival Internacional de Coros, que concluirá hoy.
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